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viernes 29 marzo 2024
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Meditaciones de Gonzalo Torrente Ballester

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Meditaciones de Gonzalo Torrente Ballester

 

 

LAS MEDITACIONES DE TORRENTE BALLESTER ACERCAN AL ESCRITOR A UNAMUNO Y CERVANTES

 

 

1.- Confidencias de Torrente Ballester.  2.- Religión.  3.- Política.  4.- Literatura.

 

 

1.- CONFIDENCIAS DE TORRENTE BALLESTER

En 1953, el periodista César González Ruano conoció a Torrente Ballester en el Café Gijón de Madrid y le describía así: “Torrente explica su Galicia, dándole vueltas entre las piernas al bastón, porque Torrente Ballester entra en las casas con su bastón de fina Malaca. Como también lleva unas gafas oscuras, tiene este hombre una gran vista, este crítico de ojo clínico, algo de falso ciego, de pianista de barco, mezclado con cierto dandismo, ese dandismo gallego que no se sabe exactamente en lo que consiste, pero que existe”.

Luchando con el paso de los años, aún mantenía su aspecto cuando una tarde otoñal del año 1997, dentro del ciclo Conferencias de San Esteban, Torrente acudió apoyándose en su bastón al Convento de San Esteban de Salamanca, a escasa distancia de su hogar en la Gran Vía, del brazo de su inseparable esposa María Fernanda, para participar en unas conversaciones que tituló Recuerdos de un viejo creyente.

El acto estuvo impregnado de una simbología nada fortuita. Antes de acceder al Aula Magna, don Gonzalo paseó unos instantes por el Claustro de los Aljibes, junto al pozo donde Miguel de Unamuno, sumido en su mayor crisis existencial, se asomaba sobre el brocal dudando de sus creencias y gritaba “¡Dios! ¡Yo, yo!”, para oír su propio eco como si fuera Dios quien le contestase, cual uno más de los personajes que había creado en sus novelas. Entre las dos ilustres personalidades, ambos llegados a la inmensidad del mar de Castilla desde sus rías de Ferrol y Bilbao, existía un cierto paralelismo. Esta vez, era Torrente quien iba a dar testimonio de sus convicciones más profundas.

 

2.- RELIGIÓN

Ante un auditorio expectante del Aula Magna, Torrente se dirigió a ellos como siempre lo hacía, invariable, pausadamente, midiendo las palabras y cada una de las sílabas. Comenzó aportando su pragmatismo gallego: “Soy católico porque nací en una familia católica, decía. La fe constituye para mí una herencia, que luego he ido refinando y separando de aquellas adherencias que no le eran esenciales. He dudado cuando descubrí la palabra misterio, pero he llegado hasta el borde del precipicio sin caer en el abismo. En mi juventud he conocido republicanos creyentes y católicos partidarios del matrimonio civil. La cuestión estaba en dilucidar el concepto de cuerpo místico, sobre el dilema de si la acepción de Cristo es coincidente con la de Iglesia Católica, asunto por el que los fieles se sienten desbordados, por la utilización abusiva del término Iglesia. Yo llegué a la conclusión de que la conducta de los eclesiásticos no tenía por qué coincidir con la Iglesia”

 

3.- POLÍTICA

En el ámbito de la Política, Torrente también mostraba concomitancias con Unamuno, el Rector destituido y elogiado por socialistas, republicanos, falangistas y franquistas. En 1930, don Gonzalo había sido redactor del periódico republicano La Tierra de Madrid. En 1937 se afilia a Falange y se integra en el grupo editor de la revista Jerarquía, donde se identifica con los postulados revolucionarios de Dionisio Ridruejo, a quien dedica su obra Javier Mariño. Y en 1962, es represaliado por la censura oficial y relevado de su cargo de profesor en la Escuela de Guerra Naval por haber solicitado una mayor apertura informativa.

En el Convento de San Esteban, Torrente llega a tajantes conclusiones: “Tanto en la Dictadura como en la Democracia, el poder tiende a perpetuarse siempre; en la Dictadura, suprimiendo la libertad, en la Democracia, otorgándola toda”. Y se preguntaba: “¿No se convertiría en Dictadura una Democracia que diera libertad total a los ciudadanos para el consumo y circulación de la droga, para que nadie pensara y no existiera contestación social a la oligarquía dirigente? Se cumpliría el viejo axioma de Dostoievski: partiendo de la libertad ilimitada, se llega fácilmente al despotismo sin límites”

 

4.- LITERATURA

En cuanto a la Literatura, Unamuno y Torrente están unidos por Cervantes. Ambos profundizan en El Quijote con sus respectivas obras Vida de don Quijote y Sancho y El Quijote como juego. Torrente consideraba que el autor debe ser el mejor crítico de su obra, y cervantinos los procedimientos narrativos. Ha de entremezclase con sus personajes, con la realidad y la ficción, y establecer un pacto con el lector. Esta tendencia es la que apunta en el prólogo de su novela Fragmentos de Apocalipsis, en la que se remite a Niebla de Unamuno, resaltando los trucos literarios que inauguró Cervantes, y que reitera en La saga/fuga de J.B., La isla de los jacintos cortados y Yo no soy yo, evidentemente, ésta última, que Torrente inicia con un aviso al lector: “No existe constancia documental de que los libros de que aquí se trata se hayan escrito jamás ni publicado. Tampoco existen noticias de su autor. Todo hace pensar que se trata de un fraude. Pero ¿quién sabe?”.

Germán Gullón llamó la atención de que, en nuestro país, partiendo con la ventaja inicial de ser los fraguadores de la narrativa moderna con El Quijote, no ha habido una continuada novelística hispana. Lo corroboraba Alejandro Gándara, Premio Nadal y uno de los novelistas más representativos del posmodernismo español, manifestando en una conferencia pronunciada en Ciudad Rodrigo que fue el norteamericano William Faulkner quien más influyó en su escritura. Lo cierto es que Faulkner afirmaba que todos los años leía El Quijote para mantener su estilo en forma. E igualmente, Proust, Kafka. Joyce… Resulta, pues, que nuestros novelistas actuales reimportan los procedimientos de Cervantes a través de los escritores extranjeros, consciente o implícitamente. Quizás no lo adviertan.

Torrente también leyó a los anglosajones. Pero, sobre todo, releyó El Quijote, convirtiéndose en uno de los precursores de la narrativa más vigente, como antes lo fuera el Rector. El Quijote siempre ha estado presente en Torrente y Unamuno, y Cervantes en su pluma. Fue el nexo de unión que permitió que Unamuno nunca se marchara de Salamanca del todo. Permaneció en la ciudad castellana a través del pensamiento del académico gallego, posiblemente, en la Plaza Mayor compartiendo la misma tertulia en el Café Novelty.

 

 

                                          Torrente Ballester y Unamuno en el Café Novelty

 

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