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Miguel de Unamuno pleiteó en el Supremo contra el Rey

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Miguel de Unamuno pleiteó en el Supremo contra el Rey

 

 

MIGUEL DE UNAMUNO RECURRIÓ ANTE TRIBUNAL SUPREMO SU CONDENA POR INJURIAS A LA CASA REAL. NO TENÍA NADA QUE PERDER, JUGABA CON LAS CARTAS MARCADAS

 

 

1.- La Policía de Salamanca sobre Miguel de Unamuno: es muy peligroso

2.- Unamuno y “El Mercantil Valenciano”

3.- La Fiscalía acusa a Unamuno por tres delitos de injurias contra la Casa Real

4.- Sentencia condenatoria contra Miguel de Unamuno

5.- Campaña de adhesión a Unamuno

6.- Unamuno recurre ante el Tribunal Supremo con las cartas marcadas

 

 

1.- LA POLICÍA DE SALAMANCA SOBRE MIGUEL DE UNAMUNO: ES MUY PELIGROSO

Miguel de Unamuno estaba siendo procesado en la Audiencia Provincia de Valencia por graves delitos de injurias al Rey Alfonso XIII y a su madre, María Cristina de Habsburgo. Cuando el presidente del tribunal solicitó al jefe de policía de Salamanca un informe de antecedentes penales o de conducta del imputado, el informante contestó: “Es hombre de buenas costumbres, libre de vicios e inmoralidades, pero muy peligroso, como puede comprobarse leyendo sus artículos y oyendo sus discursos”.

El trámite causó un gran revuelo en la prensa nacional, sobre todo, la republicana, que sin ambages pregonaba: “Ha vuelto la Inquisición”. El periodista Roberto Castrovido, tuvo una comida el día del juicio en Los Arenales de Valencia con Unamuno, su abogado Antonio Cortina, Tomás Peris Mora y Vicente Fe Castell, estos dos últimos, director y propietario respectivamente de El Mercantil Valenciano, periódico donde se habían vertido las injurias. Al día siguiente, Castrovido comentó el extemporáneo incidente en su diario El Progreso: “Peligroso en otro sentido es el jefe de policía de Salamanca, inquisidor de ideas, trasnochado familiar del Santo Oficio. Hace siglos hubiera desempeñado buen papel ese jefe de policía que se arroja a pesar ideas y a clasificarlas”.

 

2.- UNAMUNO Y “EL MERCANTIL VALENCIANO”

Miguel de Unamuno participó como articulista en El Mercantil Valenciano durante siete años, desde 1917 hasta 1924, cuando el general Primo de Rivera le desterró a la isla de Fuerteventura. La causa principal de esa colaboración se debió a la confluencia de posiciones de Unamuno y el republicano radical Tomás Peris en relación a la aparente neutralidad de España respecto a los dos bandos de la Gran Guerra. Ambos se mostraban aliadófilos frente a Alemania.

Unamuno criticó abiertamente a la realeza por mostrar su simpatía por Alemania, tanto al Rey Alfonso XIII como a su madre María Cristina de Habsburgo, a la que llamaba “la austriaca”. Consecuentemente, fue destituido como Rector de Salamanca, con pérdida de empleo y sueldo. La medida no tuvo el efecto deseado de hacer callar a Unamuno, más bien el contrario. A partir de entonces, los medios periodísticos nacionales y extranjeros reclamaban su colaboración y se pasaba el día escribiendo artículos que le reportaron pingües beneficios.

En cuando al Mercantil Valenciano, su línea editorial era la de defender los intereses de los comerciantes valencianos, en su mayor parte, exportadores de productos agrícolas, como el arroz, las naranjas y otros que también procedían de Murcia y del resto de España. Esta carga era embarcada en el puerto de Valencia con destino a diferentes países de Europa, principalmente, los aliados en la I Guerra Mundial. Alemania bloqueó el puerto y no permitía la salida de esas mercancías. Muchos barcos mercantes fueron cañoneados.

El rotativo británico The Times aseguraba que el peso de los barcos destruidos por los alemanes podría cifrarse en 50.000 toneladas de los 30 hundidos, una tercera parte de toda la flota civil española. Y el montante de las exportaciones perdidas, incalculable. Al final de la contienda, el gobierno español aceptó de Alemania una compensación ridícula: siete barcos por los daños producidos durante la contienda bélica. De todo ello, Miguel de Unamuno hacía responsable a “la austriaca” y a su hijo el Rey.

 

3.- LA FISCALÍA ACUSA A UNAMUNO POR TRES DELITOS DE INJURIAS CONTRA LA CASA REAL

En aquel contexto, Miguel de Unamuno escribió tres artículos en el mencionado diario valenciano, titulados El Archiducado de España (en clara alusión al Archiducado de Austria y su inclinación a Alemania), Irresponsabilidades (tanto del Rey como de su madre) y La Soledad del Rey. Los tres fueron denunciados por el Fiscal de la Casa Real ante el Juzgado del Distrito del Mar de Valencia el mismo día en que se publicaron. Dicho Juzgado realizó la instrucción y envió las diligencias a la Audiencia Provincial de Valencia, que entonces se hallaba en el edificio del Palacio de la Generalitat.

La Audiencia acumuló los tres procesos en uno, cuyo juicio tuvo lugar el 11 de setiembre de 1920. El tribunal tuvo con Unamuno la deferencia de no hacerle sentar en el banquillo y le pusieron un sillón. Éste basó su defensa en que se había limitado a glosar lo que el periódico The Times había publicado y era de dominio público. Pero no fue un argumento suficiente. El juicio, que había sido celebrado a puerta cerrada, quedó visto para sentencia en una sola jornada.

 

4.- SENTENCIA CONDENATORIA CONTRA MIGUEL DE UNAMUNO

Cinco días más tarde, la Audiencia Provincial dictó sentencia en la que condenaba a Unamuno por un delito de injurias contra la Casa Real en cada una de las dos primeras denuncias, quedado absuelto por la tercera. Se le imponía una pena de 16 años de prisión mayor y una multa de 1.000 pesetas (8 años y 500 pesetas por cada uno de los delitos). Además, le condenaron al pago de las costas del juicio. La multa le sería descontada de su sueldo de la Universidad de Salamanca. Sin embargo, la Audiencia matizaba que dicha pena no se aplicaría en virtud de un indulto general que había sido concedido el año anterior.

Ciertamente, el Rey y el Gobierno veían a Unamuno como un serio problema por su renombre internacional en el caso de que fuera encarcelado  Por este motivo, y en previsión de escándalos, el 13 de septiembre de 1919 apareció publicado en la Gaceta de Madrid un Real Decreto de indulto general en el que otras cosas se decía: “Concedo también indulto total, cualquiera que sea la pena impuesta a los sentenciados por delitos y faltas cometidos por medio de la imprenta, el grabado u otra forma mecánica de publicación o por medio de la palabra hablada en reuniones o manifestaciones, espectáculos públicos o actos análogos de cualquier índole”.

 

5.- CAMPAÑA DE ADHESIÓN A UNAMUNO

Por el citado Real Decreto, la Audiencia Provincial de Valencia propuso al Ministerio de Gracia y Justicia el indulto para Miguel de Unamuno. De inmediato se le concede sin necesidad de someterlo a estudio, porque era una obligación que la norma imponía. Pero el Rector, en su obstinación, lo rechaza. Manifiesta que él no lo había pedido y que lo único que intentaba el Gobierno era “que el Rey apareciese magnánimo, y el amenazar ante una posible reincidencia. Se me condenó para que se me indultase”

Una ola de simpatía por su causa recorre el país y surgen las protestas ante el Gobierno. En la Universidad de Salamanca, con un claustro dividido, el rector Esperabé de Arteaga se ve obligado, muy a su pesar, a enviar una nota de protesta por “la restricción a la libertad de pensamiento que implica la condena al Sr. Unamuno”. Por su parte, el doctor Filiberto Villalobos, diputado por Béjar y amigo de Unamuno, solicita al letrado de Valencia que le envíe la minuta para ser pagada mediante suscripción popular. En solidaridad con don Miguel, el abogado y el procurador renuncian al cobro de sus honorarios.

Otra importante iniciativa fue la del doctor Luis Simarro, presidente de la Liga Española para la Defensa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que emprendió una campaña en pro de Unamuno invitando a diferentes periódicos a que se adhirieran. Unamuno comunicó por carta a Eduardo Dato, presidente del Consejo de Ministros, que estaba escribiendo un Memorial en el que relataba sus procesos y “la gestión de esa señora (la madre del Rey) cuyo espíritu rencoroso es proverbial” para que fuera publicado por la Liga. Y añadía: “Sé que el rencor es femenino y lo haré saber”. Dato le contesta negando que la ex regente María Cristina estuviera al corriente de su procesamiento. Pero, Unamuno concluía: “Es una venganza mujeril”.

 

6.- UNAMUNO RECURRE ANTE EL TRIBUNAL SUPREMO

Unamuno estudió con el abogado republicano Ossorio y Gallardo la posibilidad de recurrir la sentencia ante el Tribunal Supremo en Madrid, y así lo hizo. Esta vez, la dirección jurídica y su representación estarían a cargo del ilustre jurista Melquiades Álvarez y del procurador de los tribunales Francisco Miranda García-Cernuda, ambos asturianos, que interpusieron un recurso de casación por infracción de ley. Tras la vista, el 15 de enero de 1921 recayó una primera sentencia confirmando la de la Audiencia de Valencia como conforme a derecho, lo que contrariaba a Unamuno.

Visto lo cual, el procurador le escribió aconsejándole que lo más razonable era que desistiera de seguir con el procedimiento, pues ya se sabía cual era el criterio del Tribunal, a lo que Don Miguel accedió a regañadientes. Unamuno actuó en Madrid con ventaja independientemente del resultado. Si hubiera ganado el recurso, habría significado una humillación para la Casa Real, lo que él pretendía. Pero si lo perdía, tampoco perdía nada, porque ya tenía concedido el indulto de antemano. Lo que se llama “jugar con las cartas marcadas”.

No obstante, Unamuno siguió en sus trece. En la posterior correspondencia que mantuvo con sus amigos, como Pedro Múgica o el abogado argentino Barroetaveña insistía: “quien ha hecho que se me condene es la austriaca, por mi campaña anti germanófila durante la guerra”.

(Foto portada. Escalinata del Tribunal Supremo. puntoslegales.com)

 

 

Miguel de Unamuno (gredos.usal.es)

 

 

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