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jueves 28 marzo 2024
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El ceramista Daniel Zuloaga en León, Salamanca… Segovia

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El ceramista Daniel Zuloaga en León, Salamanca… Segovia

 

 

DANIEL ZULOAGA ERA UN ALQUIMISTA. EN SU LABORATORIO DE SEGOVIA CONVERTÍA LA CERÁMICA EN QUÍMICA PURA APLICADA A LA ARQUITECTURA. NO TUVO PARANGÓN EN LA ELABORACIÓN DE AZULEJOS PARA LA CONSTRUCCIÓN

 

 

1.- Formación de Daniel Zuloaga

2.- Establecimiento de Daniel Zuloaga en Segovia

3.- Algunos colaboradores de Daniel Zuloaga

4.- Daniel Zuloaga en León

5.- Una fuente y ocho bancos frente a la catedral de León

6.- Daniel Zuloaga en Salamanca

7.- El arquitecto Fernando de Unamuno, hijo del Rector

 

 

1.- FORMACIÓN DE DANIEL ZULOAGA EN PARÍS

En los pueblos de Castilla y León se entendía por ‘la cerámica’ aquel lugar donde se fabricaban tejas, ladrillos y, en general, objetos de barro. Pero, lo que el ceramista Daniel Zuloaga realizaba era pura Química aplicada a la Arquitectura. En su taller contaba con un laboratorio donde experimentaba diversos procedimientos con cobre, cobalto, manganeso… que asombraban a los arquitectos, quienes contaban con sus azulejos como un elemento arquitectónico más en los proyectos de los edificios, a los que infundían el estilo propio de la época modernista.

Su formación profesional comienza como aprendiz, durante seis años, en la fábrica de porcelanas de Sévres (París), becado por la Casa Real. Allí estudió Química y Calorimetría con Henri Regnault, y Pintura y Decoración con varios destacados maestros. Tras su vuelta a España, en 1877, el Rey Alfonso XII cedió a su padre Eusebio y a sus tres hijos Guillermo, Germán y Daniel el uso de la abandonada fábrica de La Moncloa de Madrid y parte del actual Parque del Oeste de Madrid, para la creación de un taller de cerámica y lozas finas, la Escuela de Artes Cerámicas, con el compromiso de impartir clases gratuitas a doce jóvenes y donar parte de las obras a museos y escuelas especiales de Arte. Tal concesión se debía a que Eusebio Zuloaga, artista del metal, había desempeñado los cargos de arcabucero de Isabel II y director de la Real Armería de Madrid.

Entonces es cuando Daniel Zuloaga comienza a efectuar diversos trabajos en Castilla y León. Recibió encargos en Burgos para adornar con varios lienzos el Salón Rojo del Salón Recreo, un edifico del arquitecto Vicente Lampérez en el Paseo del Espolón, y en el Colegio del Niño Jesús, en el Paseo de la Isla. Asimismo, en Ávila colocó unos refinados zócalos en el Palacio de Polentinos, en la calle Vallespín, hoy Archivo Militar. También en el palacio del Marqués de Benavites, actual Parador Nacional. Otro en la iglesia de Santa Teresa, en la Plaza de la Santa, donado por Isidro de Benito Lapeña, administrador de la fábrica de La Moncloa, y finalmente en la escalera del vestíbulo de la propia casa de campo de éste en Ávila. Asímismo, en Palencia el artista nos dejó su obra con un elegante friso en la fachada del entonces Asilo de Institutrices de la Vizcondesa de Villadrando en la calle Mayor 36, proyectado por el arquitecto palentino Jerónimo Arroyo López . Y mientras tanto, seguía impartiendo clases en la Escuela Central de Artes y Oficios de Madrid.

 

2.- ESTABLECIMIENTO DE DANIEL ZULOAGA EN SEGOVIA

El establecimiento de Daniel Zuloaga en Castilla y León se produjo en Segovia en 1893. En la capital castellana entra a trabajar en la fábrica de cerámica denominada La Segoviana, propiedad de los hermanos Vargas, movida por la fuerza del río Eresma, quienes pusieron a su disposición lo más preciado en su técnica: el Laboratorio, donde daba rienda suelta a la imaginación en la investigación para el diseño de jarrones, pequeñas estatuas, objetos de mobiliario o elementos variados, como zócalos, murales de azulejos, frisos… conjugando el modernismo con la tradición hispana, la arábiga o la de Talavera, para crear un estilo genuino.

Por el taller segoviano pasaron importantes personalidades de la política y de la cultura, como Valle Inclán, Gregorio Marañón y Gómez de la Serna, acompañados por su sobrino, el pintor Ignacio Zuloaga, que permanecía los veranos en Segovia. Sin olvidar las frecuentes visitas de Antonio Machado, que residía en aquella ciudad.

El año 1904 sería determinante. Llevaba tiempo manteniendo diferencias laborales con Marcos Vargas y el administrador Gabino Terán y decide instalarse por su cuenta. Adquiere la iglesia de San Juan de los Caballeros, un templo románico utilizado para almacén de chatarra, que amenazaba ruina por efecto de la política desamortizadora de los bienes eclesiásticos. Algunos años después, pone en funcionamiento los hornos, donde su oficio alcanzará el máximo esplendor ayudado por sus hijos Juan, Teodora y Esperanza, junto con su hija Cándida y su esposa Esperanza encargadas de las labores administrativas y ocho operarios más.

Además de ubicar el taller allí, pudo habilitar un espacio como vivienda y ceder un ábside a su sobrino Ignacio Zuloaga como estudio de pintura. El maestro reconoció que, en principio, había realizado aquella compra con fines puramente especulativos. Después, cambió de opinión. Así lo recogió su amigo Emilio Muñoz en 1921 en el semanario Béjar en Madrid, al recordar: “Me contó que aquella hermosa iglesia, aquella joya románica, le había costado mil duros. A los tres días, el Duque del Infantado le había ofrecido cinco mil por la portada solamente. En aquella sazón, necesitando él hacer unos hornos nuevos, le habían pedido diez mil. Hoy por nada lo vendería”.

Con los años, el Estado adquirió la iglesia y, en 1998, tras una importante restauración, estableció allí el Museo Zuloaga, que exhibe un conjunto de piezas de cerámica elaboradas en el taller, así como bocetos de decoraciones arquitectónicas de Daniel Zuloaga repartidas por todo el país. También acoge sus propias pinturas y otras de su sobrino Ignacio Zuloaga, además de objetos diversos. Actualmente, en dicho centro se llevan a cabo exposiciones y otras actividades culturales.

 

3.- ALGUNOS COLABORADORES DE DANIEL ZULOAGA

Zuloaga también fue pintor. Primero realizaba el dibujo; luego, cual alquimista medieval, lo plasmaba en arcilla mediante la cocción de los colores extraídos de la experimentación. Pero ese, no fue el único medio. Además, utilizó la fotografía, que realizaba en su propio laboratorio de revelado, según la técnica del negativo aprendida de Luis Ocharán Mazas. Otras veces, las compraba a otros profesionales. Tal fue el caso de Joaquín Castellarnau, ingeniero afincado en Segovia, renombrado fotógrafo. Igualmente, las obtenía de los catálogos de grandes maestros, como Jean Laurent.

Asimismo, tuvo alguna colaboración con Paco Durrio, ceramista vallisoletano afincado en París y buen amigo de Gauguin y Picasso. Pero, sin duda, los profesionales que más requirieron de su arte fueron los arquitectos. El primero de ellos fue el burgalés Ricardo Velázquez Bosco, que le había encargado la fachada del ministerio de Agricultura, frente a la estación de Atocha de Madrid, y otras labores en el Palacio de Cristal y la Casa de Velázquez, ambos en el Parque del Retiro. Y a Velázquez siguieron otros, como el restaurador madrileño Vicente Lapérez y Romea…

El sepulvedano Francisco de Cossío, quien fuera director del Museo Nacional de Escultura de Valladolid y buen conocedor del artista, sobre él afirmaba: “Era un tipo de extraña personalidad a la manera de los vascos que pasan a Castilla, así Unamuno y Baroja. Creó en la cerámica un arte personal que no tenía antecedentes ni tuvo imitadores después”.

De hecho, convirtió un oficio artesanal en una más de las Bellas Artes, como la Pintura o la Escultura. El propio Zuloaga decía de sí mismo: “Con gustarme sobremanera la gran pintura y la gran escultura, he dedicado mis aficiones a la aplicación del arte a los bellos oficios, lo contrario que la mayoría de los jóvenes actuales y de ayer, que pretenden competir con el Greco o con Miguel Ángel”

 

4.- DANIEL ZULOAGA EN LEÓN

En la capital leonesa, Daniel Zuloaga conforma una tríada artística con el arquitecto municipal, Juan Crisóstomo Torbado y el fotógrafo Germán Gracia. En 1901, Torbado había recibido un encargo de un personaje emblemático de la ciudad de León, Fernando Merino Villarino, ministro de Gobernación de Alfonso XIII, casado con una hija de Mateo Sagasta, Esperanza, Condesa de Sagasta, que hoy da nombre a uno de los paseos de la ciudad.

Merino le encomendó el proyecto de decorar una gran mansión familiar en el número 3 de la calle de Sierra Pambley, frente a la actual sede del Procurador del Común, anteriormente, Banco de España, del que también Merino fue director en León. La labor comprendía recubrir con azulejos un portal-hall mediante cuatro paneles sobre el trabajo cotidiano de la mujer en el mar y en el campo, una completa escenografía en cerámica esmaltada, siguiendo el Art Nouveau tan en boga en aquellos momentos.

Torbado consideró que Zuloaga era el mejor artífice del momento. Éste aceptó el ofrecimiento del arquitecto leonés, precisando la colaboración de un fotógrafo que le proporcionara el modelo. Y ese fue Germán Gracia, pintor y pionero de la fotografía artística, establecido en la calle Ancha 17, que había estudiado la técnica con el valenciano José Estruch, mentor de Joaquín Sorolla, y en aquel momento había sido galardonado en la Exposición Universal de París.

Cuando Zuloaga creía haber finalizado su trabajo, surgió un error de cálculo, sin duda, debido a que lo había realizado desde Segovia. Los operarios que montaban el mural comprobaron que la composición excedía las medidas de las paredes. Torbado llamó al ceramista para que acudiera a León a efectuar las rectificaciones, que resolvió teniendo que cortar in situ uno de los murales, lo que hizo retrasar en un año la finalización de la obra. Algunos cronistas aseguran que Zuloaga nunca estuvo en León, sino sólo sus operarios, aunque su firma se aprecia sobre algunos de los azulejos.

Al margen de este incidente, el arquitecto quedó muy satisfecho con Zuloaga, confiándole una decoración de cenefas en otra casa lindera con la trasera, que daba a la calle Ancha 6, el antiguo comercio de Lesmes García. (Justo enfrente, se encuentra una farmacia de 1827, también de Fernando Merino, la más antigua de León, realizada por el arquitecto Juan Madrazo, que constituía el último eslabón de una gran industria química leonesa. Hoy bien vale la pena entrar para admirar el esplendor de aquella época).

Al siguiente año, Torbado había construido la iglesia de San Francisco de la Vega y volvió a contar con Zuloaga para embellecer con sus azulejos un altar de hierro y madera, realizando otros dos paneles en la fachada principal con el escudo del episcopado. Después, ejecutó obras menores, como el rótulo de la fábrica de embutidos Santa Teresa de los Hermanos Pablos en Trobajo del Camino. También se le atribuyen la cerámica del periódico La Democracia, cuya mancheta cambió a Proa y más tarde a La Hora Leonesa.

En 1915, envía al arquitecto nueve dibujos con temas asturianos para la decoración de la pescadería Mardomingo, en la calle Cardiles, esquina a La Paloma, algo fastuoso para un lugar de venta de pescado. Zuloaga acometió los paneles con mil azulejos. Aquella pescadería era un auténtico museo que desapareció con el cierre del negocio. Hace algunos años, una casa de antigüedades sacó a subasta online una parte de aquella bella obra, propiedad de un asturiano, que representaba la catedral de León. Nadie pujó por aquel panel. Del resto se ignora su existencia.

Las noticias sobre la aparición de obras de Daniel Zuloaga en las salas de subastas es algo recurrente. Recientemente, en una de ellas ha aparecido la imagen de un Cristo de la Catedral de León, para cuya realización tomo como modelo otro similar del mismo templo. El vendedor aseguraba que había sido comprado en el taller de los Zuloaga de Segovia, pero lo cierto es que estaba montado sobre casullas catedralicias muy antiguas.

 

5.- UNA FUENTE Y OCHO BANCOS FRENTE A LA CATEDRAL DE LEÓN

En 1927, cuando hacía seis años que  Daniel Zuloaga había fallecido, su familia recibió un nuevo pedido, que se enmarcaba en la remodelación de la Plaza de Regla, delante de la fachada de la Catedral, de acuerdo con el proyecto del ingeniero agrónomo provincial José García Alonso. Consistía en revestir con cerámica policromada una fuente hexagonal con una columna en el centro en medio del ágora y ocho bancos con imágenes de monumentos y panorámicas de la ciudad, más de dos mil azulejos.

Esta vez, no era asunto de Torbado, pero, no obstante, a éste le preocupaba el resultado de la obra, por los cambios extremos de temperatura que se experimentan en León y, en una carta, les advierte: “Procuren por su buen nombre que los materiales estén bien cocidos para evitar que las heladas lo deterioren”. (No es de extrañar los desvelos de Torbado. Ya en 1908, con motivo de la estancia de Manuel Gómez-Moreno en León para la confección del Catálogo Monumental y Artístico de la provincia, el historiador advierte a sus colaboradores que no permitieran que Torbado se entrometiera mucho en su tarea, porque era muy meticuloso y la dificultaba. En aquella ocasión la intervención personal de Gómez-Moreno impidió que fuera derribada la iglesia de Palat de Rei, la más antigua de la ciudad).

El deseo del ingeniero Alonso era que todo encajara con el entorno artístico de la catedral. Pero, en 1949, las autoridades consideraron que más bien era lo contrario, que desentonaba con la joya catedralicia y aquel conjunto artístico fue desmontado. Los azulejos fueron a parar a los sótanos del Ayuntamiento en la Plaza de San Marcelo. Pero la fuente quedó enterrada en su emplazamiento, colocando sobre ella una farola anclada sobre cemento, sustituyendo a la columna con un capitel que allí existía y de la que no se volvió a saber nada.

En cuanto a los bancos, terminaron en el Hospicio Provincial y, posteriormente, en el jardín de la residencia municipal para mayores del barrio de San Mamés. En ellos se aprecian las delicadas escenas copiadas de las fotografías de José Gracia: la Catedral, la colegiata de San Isidoro, la estatua de Guzmán el Bueno, la virgen del Camino, la plaza del Grano. Durante más de setenta años, los bancos han estado a la intemperie y en un avanzado estado de deterioro.

Este conjunto cerámico ha sido recientemente restaurado por el arquitecto Ramón Cañas con la colaboración de Juan Daniel Zuloaga director del taller que su abuelo dejó a sus descendientes en Segovia, que aún conservaba los planos, consiguiendo así un magnífico resultado, que se puede observar en la Avenida San Mamés 8 de la capital leonesa.

Finalmente, Daniel Zuloaga participó en la Capilla del Palacio Episcopal de Astorga de Gaudí, pero no por encargo de éste, sino del ingeniero madrileño que le sucedió, Ricardo García Guereta. Zuloaga tuvo amistad con Gaudí, a quien a menudo visitó en Barcelona, pero nunca llegó a colaborar con él. Quedó muy decepcionado cuando vio la decoración cerámica que había utilizado en el Palacio Güell: tazas y platos rotos y usados en las cocinas, materiales de desecho que a distancia daban una sensación deslumbrante. Así lo calificaba Zuloaga: “El mosaico de retazos me hace el mismo efecto que las rajas de mortadela y otros embutidos de Alemania”.

 

6.- DANIEL ZULOAGA EN SALAMANCA

La relación de Daniel Zuloaga con Salamanca fue muy temprana. Había conocido en Cantalapiedra a Segundo Hernández, miembro de una saga familiar de alfareros que ha llegado hasta nuestros días, a quien le compraba piezas de todo tipo, desde tinajas hasta pequeños tarros, para decorarlos en su taller de Segovia. Zuloaga apreciaba mucho el barro de aquella zona, entre los pinares del río Mazores, por ser idóneo para su técnica de cerámica vidriada.

La ciudad de Salamanca siempre le atrajo, porque le proporcionaba unos modelos de personas y grupos cargados de tipicidad, especialmente en los mercados, donde se congregaban los singulares tipos de la Sierra y la Charrería. Ramón Pérez de Ayala recuerda una anécdota que sucedió en 1903 durante uno de los viajes que realizó en tren, “porque la carretera estaba imposible”, acompañado por su sobrino Ignacio Zuloaga y el pintor alavés Pablo Uranga, una chiquillada que salió publicada en el New York Herald. Por aquellos días, la prensa alertaba sobre la circulación de billetes falsos. A su joven sobrino no se le ocurrió otra cosa que difundir por el mercado el rumor de que ellos eran portadores de dichos billetes, por lo que fueron detenidos por la policía, haciéndoles permanecer algunas horas en el calabozo. Ayala concluía: “Calcúlese la cólera de don Daniel dada su irritabilidad y lo puntilloso que era”.

El insigne ceramista contaba con numerosos clientes en el campo charro. En una de las cartas de la amplia correspondencia que mantuvo con su sobrino Ignacio le decía: “Mucho me alegro que vengas y, coincidencia, cuando yo recibía tu carta ayer entraba en el taller el ganadero de Villoria de Buenamadre (Salamanca) que me compró 500 pesetas de cacharros y que me invitan a que le visite. Su hermano estuvo en Coreses cuando estuvimos, es don Amado Angoso Sánchez, simpatiquísimo, él y su señora me invitaron a su dehesa, te conoce y te esperan en la ocasión de una tienta, y hoy recibo por carta encargos de dos paneles de asuntos salamanquinos para la Cámara de Comercio de Salamanca, así que puede que te acompañe a Alba de Tormes”.

 

7.- EL ARQUITECTO FERNANDO DE UNAMUNO, HIJO DEL RECTOR

De nuevo aparecen las figuras de un arquitecto y un fotógrafo. El primero, es el arquitecto Fernando de Unamuno Lizárraga, el hijo mayor de los nueve que tuvo el Rector y facultativo del Ayuntamiento de Palencia. Éste recomienda al presidente de la Cámara de Comercio salmantina, Andrés Pérez Cardenal, la colocación de dos paneles de cerámica en el salón de actos de la nueva sede que se inauguraría en 1918, en la plaza de Sexmeros, en la antigua Casa de la Tierra, un edificio de estilo renacentista clásico. Al mismo tiempo, le sugiere que la persona adecuada para dicho trabajo era Daniel Zuloaga, a quien había conocido en Madrid cuando éste trabajaba para su profesor y arquitecto Ricardo Velázquez Bosco en el Palacio de Velázquez y  en el Palacio de Cristal del Retiro. 

El presidente cameral se puso en contacto con Zuloaga, encargándole que el motivo de ambas cerámicas fueran escenas del mercado que habitualmente se celebraba junto al puente romano, con la catedral de fondo. Además, le indica que “si en los cuadros presenta una candelaria, píntele las sayas o manteos en paño rojo de la oficialidad de infantería, que es del paño de Béjar que ellas gustan”.

Para su cometido, Zuloaga necesitó la colaboración de un buen fotógrafo. En este caso, el designado sería Venancio Gombau, autor de centenares de posados de Unamuno, de acreditado prestigio como corresponsal gráfico de la revista Nuevo Mundo, establecido en la calle Prior 18, quien le facilitó varias instantáneas denominadas Vuelta a la ciudad por el puente romano, para posteriormente ser transformadas en el barro alquímico que el ceramista conseguía en su taller de Segovia.

Como en otros lugares, los clientes de Daniel Zuloaga quedaban muy complacidos con el resultado de su exquisita labor y otros se sentían atraídos. Los encargos se multiplicaban y muchos de ellos fueron realizados por su familia tras su muerte. Así, solicitaron sus cerámicas el escritor Íscar Peyra, el obispo García Alcolea, o contratistas, como Hijo de Arsenio Andrés, constructor del Gran Hotel.

El artista dejó su impronta en numerosos edificios, como el Hospital Provincial, el actual Centro de Servicios Sociales del Paseo de la Estación, una cenefa en una casa modernista de la plaza de Santa Eulalia, otra en la fachada sur de la Casa Lis, en algunas de las cuales fue decisiva la opinión del distinguido arquitecto Joaquín de Vargas y Aguirre, gran amante del arte aplicado a la construcción.

Precisamente, esa virtud de los Zuloaga de incorporar la cerámica artística a los edificios como una pieza más de la arquitectura, fue también la causa de la desaparición de sus obras. Como ejemplo, se sabe que el constructor abulense Germán Vaquero encargó un friso de 250 azulejos para una casa de Peñaranda de Bracamonte de la que no se sabe nada. En muchos casos estas obras de arte cayeron en los derribos, víctimas de la piqueta, quedando reducidas a cascotes. No obstante, aún su sello sigue siendo perceptibles en aislados azulejos de insospechados edificios de época, que exigen cierta atención para ser reconocidos.

(Foto portada. Mosaico de Daniel Zuloaga. Edificio de estilo modernista floral del arquitecto Jerónimo Arroyo. Edificio Villandrando, Calle Mayor 36, Palencia)

 

 

Daniel Zuloaga a la edad de 18 años

 

Iglesia de San Juan de los Caballeros. Segovia. Taller de Daniel Zuloaga

 

Laboratorio de ensayos químicos

 

Daniel Zuloaga en su taller

 

Daniel Zuloaga con sus hijos Esperanza, Teodora y Juan

 

Palacio Benavites. Ávila

 

Plaza Rey San Fernando 5, Burgos (diariodeburgos)

 

Fábrica de embutidos Santa Teresa en Trobajo del Camino (diariodeleon)

 

Pescadería Mardomingo. León (diariodeleon)

 

Pescadería Mardomingo. León (diariodeleon)

 

       Pescadería Mardomingo. León (diariodeleon)

 

Portal calle Sierra Pambley 3, León (diariodeleon)

 

Conjunto de fuente y 8 bancos en Avda. San Mamés 8, León. Magnífica reciente restauración (eladelantado)

 

Idénticas formas nazaríes en la Alhambra de Granada

 

La catedral de León como detalle en el respaldo de un banco (lanuevacronica)

 

Anterior emplazamiento de la fuente y los bancos en la Plaza de Regla. Léon

 

Similar a la anterior con la catedral de León

 

Cristo crucificado elaborado por Daniel Zuloaga. León

 

Daniel Zuloaga certifica la fecha de finalización del Palacio Episcopal de Astorga, el 12 de octubre de 1913, con el obispo Alcolea y el arquitecto Guereta. No figuran los nombre de Grau y Gaudí, obispo y arquitecto que lo comenzaron.

 

Daniel Zuloaga dibujando sobre un jarrón salmantino

 

Jarrón salmantino

 

Escena salmantina

 

Cerámica de Daniel Zuloaga bajo la vidriera de la Casa Lis. Salamanca

 

 

Exposición permanente de Daniel Zuloaga  –  Museo de Segovia

Exposición familiar de los Zuloaga  –  Los Zuloaga en Madrid

 

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