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miércoles 24 abril 2024
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El apacible verano de 1935. Unamuno, Lerroux, Franco

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El apacible verano de 1935. Unamuno, Lerroux, Franco

 

 

VERANO DE 1935. UNAMUNO SE ENTREGABA A UN MERECIDO DESCANSO EN CANDELARIO. PERO NO PUDO SER. APARECIÓ EL JEFE DE GOBIERNO, Y DECIDIÓ HECERSE INVISIBLE. EL GENERAL FRANCO TAMBIÉN SUFRIÓ UN GRAVE ACCIDENTE EN SALAMANCA. ERA UN CONTINUO SOBRESALTO…

 

 

1.- El descanso de Miguel de Unamuno.

2.- Lerroux en Baños de Montemayor

3.- La concesión a Lerroux del Balneario

4.- Lerroux en Béjar y Candelario

5.- El que tuvo, retuvo

6.- El mitin centrista del líder radical

7.- El fracaso de Lerroux

8.- Malestar en el Ejército

9.- El accidente de Franco en Salamanca

10.- El auxilio de Filiberto Villalobos

11.- La detención de Filiberto Villalobos

 

 

1.- EL DESCANSO DE MIGUEL DE UNAMUNO

El verano de 1935 se presentaba placentero. Unamuno había alquilado una casa en la sierra, en la parte alta del bello pueblo salmantino de Candelario, próxima a otra del ex ministro Filiberto Villalobos, a quien, como buen amigo y médico, buscaba tenerle cerca por su carácter hipocondríaco, preocupado siempre por las arritmias del corazón. Y algo más abajo, en su chalé del Castañar de Béjar, se encontraba otro habitual de sus excursiones, el doctor Agustín del Cañizo, y otros  que le hacía sentirse como en casa en aquellas alturas. A su bucólico retiro sólo llevó libros en inglés, pues ya veía la posibilidad de que le nombraran Doctor Honoris Causa por la Universidad de Oxford. En español le bastaba «con el diario provincial, que nos da las noticias de las reuniones, de los mítines políticos, del crimen de cada día”.

Así describía aquella paz serrana que disfrutaba con su familia: «En un remanso de espacio, de tiempo y de pensamiento, que convidan a ver más que a discurrir… Las mujeres de este lugar que digo van hechas visiones, con un atavío tradicional que acabará por ir a un museo etnográfico de trajes regionales, como el de sus hombres, hace tiempo en desuso, que se nos conserva en una pintura de Goya (el choricero)… Oigo aquí, tal que un canto secular, el susurro del agua de la reguera que pasa, calle abajo, desde lo alto de la sierra». Esas regueras eran utilizadas como desagüe por los chacineros en la elaboración de embutidos. Por eso Unamuno decía: «Candelario, junto con Chicago, son los dos únicos lugares del mundo donde la sangre corre por las calles».

Pero, aquel sosiego era calma chicha y el aire se antojaba plomizo. Aún resonaba la represión de la Revolución de Asturias aplastada por las tropas africanas dirigidas desde Madrid por el General Franco, por orden del jefe del gobierno Alejandro Lerroux, en la que hubo dos mil víctimas. Todo apuntaba al preludio de un levantamiento militar. España estaba dividida en dos bandos irreconciliables y en el medio se hallaba Lerroux, intentando inútilmente constituirse en el centro político como única posibilidad de evitar la tragedia.

 

2.- ALEJANDRO LERROUX EN BAÑOS DE MONTEMAYOR

Alejandro Lerroux, jefe del gobierno y líder del Partido Radical, era conocido como ‘el Emperador del Paralelo’ por sus constantes visitas a los cabarés y salas de espectáculos de la zona más lúdica de Barcelona, al tiempo que gozaba de gran predicamento entre la clase trabajadora de la industria catalana. Para Corpus Barga había sido un revolucionario, un demagogo que arrastraba por su físico. Pero, su buena estrella llegaba al final. No contaba con la aquiescencia del presidente Niceto Alcalá Zamora y se veía obligado a gobernar en minoría con la CEDA del salmantino José María Gil-Robles, en el que no acababa de ver un apoyo decisivo.

La situación para Lerroux se deterioraba por momentos y no podía esperar a que pasara aquel verano para exponer un programa político que le salvara del descalabro en las elecciones generales del año siguiente. Por ello, preparó un gran mitin en la localidad de Baños de Montemayor, próxima a Béjar, que tuviera una difusión nacional.

 

3.- LA CONCESIÓN  DEL BALNEARIO A LERROUX

El motivo de escoger este lugar era porque, desde hacía algunos años, el Ayuntamiento le había otorgado la concesión de la explotación de su famoso Balneario y del Gran Hotel adjunto, que había conseguido por una renta anual de 65.000 pesetas durante 75 años, según formalizaron en escritura en la notaría de Hervás. Antes, tuvo que ser sometida a votación de todo el pueblo en las instalaciones del balneario, recibiendo 304 votos a favor y 18 en contra. Para sellar el acuerdo, Lerroux ofreció un copioso almuerzo a 60 comensales en el mítico Hotel Eloy, que aún existe al pie de la carretera. Hubo rifas de mantones, relojes, juguetes para los niños y vales para que los más pobres adquirieran carne, aceite y pan en los comercios locales.

Allí pasaba algunos días de descanso veraniego. Pero, esta vez, tenía que compatibilizarlo con las reuniones del Consejo de Ministros en San Sebastián. Iba y venía, unas veces en tren y otras en automóvil. Por suerte, el día 10 de aquel mes de agosto se libró de un acto de sabotaje en la línea del ferrocarril, a pocos kilómetros de Béjar, tramado por un grupo anarquista que esperaba su paso. Habían arrancado siete traviesas para que el convoy descarrilara, lo que el maquinista consiguió evitar con su pericia. No obstante, Lerroux ya había pasado antes en automóvil. La Guardia Civil de Béjar dio una batida deteniendo a varias personas en Cantagallo y Puerto de Béjar, pero las investigaciones resultaron infructuosas.

El día 20 salió de Madrid hacia Baños de Montemayor. Hizo una parada en Peñaranda de Bracamonte para recoger al diputado provincial y miembro de su partido Germán Díaz Bruno, que le acompañaría hasta Salamanca. Allí fue recibido por las autoridades en el Puente Nuevo, trasladándose a continuación hasta el Gran Hotel para alojarse y ser cumplimentado por los jefes y afiliados de los partidos Radical y Acción Popular coaligados en el gobierno de la nación. Posteriormente, dio una rueda de prensa a los corresponsales de diversos periódicos, expectantes por los últimos acuerdos del Consejo de Ministros. Los periodistas se interesaban por el nombramiento de Gil Robles como ministro de la Guerra y sus anunciadas reformas en el Ejército que preocupaban al estamento militar. Por la mañana, partió de nuevo hacia su destino.

 

4.- LERROUX EN BÉJAR Y CANDELARIO

El día 24 Lerroux volvió por el camino andado para visitar Candelario. En Béjar le aguardaba el alcalde, Ramón Olleros, de las filas de Gil-Robles, que subió al vehículo del jefe del gobierno para acompañarle hasta el pueblo chacinero. En la villa serrana le recibió su alcalde, Cándido Bayo, en medio de una recepción en la que, junto a otras autoridades, se encontraban el gobernador, José María Friera; el presidente de la Diputación salmantina, Luis García Romo; el alcalde de Salamanca, Miguel Íscar Peyra y el diputado provincial Germán Díaz Bruno.

Hizo un recorrido por el pueblo, deteniéndose especialmente en la Colonia Escolar, un edificio de época construido por el arquitecto salmantino Joaquín Secall Domingo, propiedad del Ayuntamiento de Salamanca, donde se realizaban actividades juveniles auspiciadas por Filiberto Villalobos cuando era ministro de Instrucción de Instrucción Pública. Después de un copioso almuerzo en el campo servido por el Hotel Simón, Lerroux visitó la Colonia Infantil de Llano Alto y retornó a Baños de Montemayor. Mientras tanto, Unamuno procuró sortear el acontecimiento y se mantuvo fiel a su propósito de tomarse aquellos días de asueto con su familia sin dejarse ver.

 

5.- EL QUE TUVO, RETUVO

Lerroux protagonizó en aquella ocasión una simpática anécdota. Desde joven su aspecto era de buena planta y, aunque ya tenía 71 años, guardaba ese porte y prestancia que algunos nunca pierden. Por eso, un grupo muy numeroso de señoras, ataviadas con el traje tradicional de las coritas, querían fotografiarse con él. Pero todas no cabían en el objetivo. Entonces, para resolver la situación les dijo: “A ver, que se pongan a mi lado las dos más feas”.

Otra más, a propósito. El periodista húngaro Arthur Koestler decía que, durante la guerra civil, el ministro de Exteriores, Álvarez de Vayo puso a su disposición un vehículo italiano de grandes dimensiones que en su día había sido fabricado expresamente para Lerroux, que ya en edad avanzada no olvidaba sus artes de mujeriego con jóvenes señoritas.

La parte posterior era un habitáculo separado del conductor, rodeado por todas partes con cortinillas de color azul. Disponía de una serie de botones por los que daba instrucciones al conductor: más rápido, lento, pare, continúe. Pero el más curioso era una uno que encendía una luz roja. Entonces, se detenía, bajaba del coche, levantaba la tapa del motor y advertía a Lerroux que el carburador tenía una avería. El lugar solía estar a unos ocho kilómetros del pueblo más próximo adonde tendría que ir andando en busca de ayuda. Mientras, en tanto que llegaba el conductor, Lerroux sacaba una botella de champán para hacer la espera más placentera a la señorita que ocasionalmente le acompañaba.

 

6.- EL MITIN CENTRISTA DEL LIDER RADICAL

El domingo 25 tuvo lugar en Baños de Montemayor el mitin que tan concienzudamente había preparado. Hay que situarse en el escenario para comprender su complejidad. El Gran Hotel y el Balneario son edificios colindantes y el acto de produjo en el parque que estaba justo enfrente, separados solamente por la estrecha carretera Gijón-Sevilla. En muy pocos metros hubo una concentración de miles de personas entre participantes, viandantes y curiosos.

La seguridad estaba en entredicho: había muchos policías, guardias civiles y militares que a duras penas la controlaban con ayuda de los jóvenes del Partido Radical que portaban brazaletes acreditativos. Y, por otra parte, en aquellos años se producía el boom del tratamiento con aguas termales. El pueblo estaba abarrotado de bañistas (agüistas) que se alojaban en las fondas y pensiones del pueblo por hallarse en las fechas de la temporada alta.

A la una de tarde, Lerroux hizo entrada en el parque acompañado por varios ministros y un incontable número de autoridades. Se colocó en el medio de la mesa presidencial, teniendo detrás un retrato suyo flanqueado por una bandera de la Primera República española de 1873. Delante, hileras de mesas preparadas para un banquete de mil comensales, que sería servido por las cocinas de los hoteles Balneario, Eloy, Payá y Comercio. El cálculo, de invitados, obviamente, se quedó pequeño. Los asistentes escucharon en pie el Himno de Riego al son de una banda militar llegada de Cáceres. El calor sofocante se podía soportar gracias al cobijo de la sombra que proporcionaban las frondosas ramas de los árboles centenarios del parque, que ya no existen por mor de la reciente construcción de un segundo balneario.

El jefe del Gobierno no ocultó cierta indignación, pues, después de tantos prolegómenos, nada más iniciar su discurso se produjo una avería en la megafonía y los altavoces dejaron de oírse durante un cuarto de hora. Lerroux comenzó lamentándose por las condiciones de violencia y extremismo en que vivía el país. Se jactó de haber renunciado a muchos de los puntos de su programa político para poder gobernar en coalición con el partido de Gil-Robles.

Temía que España tomara una deriva totalitaria como la italiana. Aunque se consideraba un líder centrista, se mostró a favor del bipartidismo alternante, de la existencia de un partido conservador, republicano y potente y de otro de izquierdas en condiciones admisibles para gobernar. Pero, mientras tanto, manifestó su disposición a mantenerse en el gobierno hasta que eso se produjera.

 

7.- EL FRACASO DE LERROUX

Como apuntaba Corpus Barga: “Lerroux era el prototipo de animal político”. Y así lo pareció aquel día, en que se convirtió en el adalid centrista con quien izquierdas y derechas tenían que contar. Pero, al siguiente año, acosado por escándalos de corrupción entre personas de su entorno, Lerroux no consiguió obtener escaño en las elecciones generales de 1936. Abandonó la política y se recluyó en Villa Rosario, su chalé de verano en el barrio de Gudillos del pueblo segoviano de San Rafael, antiguo punto de reunión de políticos, junto a la carretera de La Coruña.

Allí le visitó el periodista César González Ruano, quedando fascinado por su figura, la propia de un político francés con inquietudes literarias y buena conversación. Ruano comprobó que le mostraba aquella casa con verdadera pasión, en realidad, era el amor de su vida. Cuando estalló la guerra, el ex líder radical partió desde aquel refugio hacia el exilio de Portugal. La casa de San Rafael quedó echa una ruina por efecto de la contienda. Cuando en 1947 volvió a España, se desmayó al verla. Ruano también estuvo allí y dijo que era horrible ver aquel destrozo.

 

8.- MALESTAR EN EL EJÉRCITO

Aquel agosto de 1935, Lerroux tuvo que interrumpir varias veces sus vacaciones veraniegas para acudir a los consejos de ministros que se celebraron en San Sebastián relacionados con la reestructuración del Ejército. Se había aprobado una Ley de Restricciones, que implicaba la fusión de todos los ministerios militares en uno solo, el de la Guerra. Su titular sería un civil, su coaligado José María Gil Robles, cuya intención era la de reorganizar la tropa, lo que implicaba reducciones presupuestarias en personal y en material.

Los mandos militares se mostraban inquietos y molestos porque, ya anteriormente, Manuel Azaña había revocado todos los nombramientos de altos cargos realizados durante la dictadura del General Primo de Rivera, pasando a los afectados a los últimos puestos del escalafón. Franco había perdido los méritos adquiridos en la Guerra de Marruecos. Por este motivo, los contactos entre los militares descontentos se fueron intensificado. La posibilidad de un golpe de estado era un secreto a voces que cada día ganaba peso. En el mes de octubre se hablaba abiertamente de ello y sin tapujos en el Congreso.

 

9.- EL ACCIDENTE DEL GENERAL FRANCO EN SALAMANCA

En ese contexto, en los mismos días en que todas las autoridades salmantinas estaban pendientes de la campaña política de Lerroux por Candelario y Baños de Montemayor, el General Franco se desplazó a Salamanca para entrevistarse con diversos militares de la ciudad en su calidad de jefe del Estado Mayor Central, cargo que mantuvo hasta febrero de 1936, cuando fue enviado a Canarias en destino forzoso por Manuel Azaña, tras ganar las elecciones el Frente Popular.

El futuro Caudillo se disponía a pasar unos días de vacaciones en Oviedo con su esposa. Pero, al tomar la carretera de La Coruña desde Madrid, se desvió por Ávila hacia Salamanca dando un importante rodeo. La ruta seguida por Franco hubiera pasado inadvertida de no ser porque sufrió un grave accidente de tráfico, un hecho que, por la inercia de los calores veraniegos, apenas tuvo trascendencia informativa.

Franco viajaba con su esposa Carmen Polo en un vehículo Hispano-Suiza, matrícula ERM-2583, que iba conducido por el sargento mecánico de ingenieros, Emilio Arranz, con el soldado León Sanz como copiloto. En el punto kilométrico 201, a ocho kilómetros de Salamanca, entre Calvarrasa de Abajo y Pelabravo, en el sitio de La Cabezuela, se encontraron de frente con dos ciclistas que no pudieron esquivar. Del fuerte frenazo el vehículo sufrió el reventón de un neumático, dando una vuelta de campana que le dejó en la cuneta izquierda con las ruedas hacia arriba. Sus ocupantes salieron ilesos por las ventanillas. No obstante, Carmen Polo y el conductor resultaron heridos y necesitaron tratamiento médico.

Peores fueron las consecuencias para los ciclistas, dos jornaleros de Calvarrasa de Arriba que acudían en busca de faena a Cordovilla. Se trataba de Agustín Curto Cornejo y Matías Martín Miguel, de veinticuatro y veintiséis años de edad respectivamente. El primero de ellos resultó muerto en el instante y, el segundo, muy grave. Un comunicado oficial informaba de que, afortunadamente, el Gobernador Civil de Ávila había recogido a los dos heridos y los condujo hasta un centro asistencial de la ciudad abulense. Pero no fue así.

Más tarde se reconoció que uno de ellos había fallecido, personándose en el lugar el juez de instrucción, Antonio Jaramillo, que ordenó el traslado del cadáver hasta el depósito de Calvarrasa de Arriba, por ser el de su vecindad. Respecto del herido, fue curado de sus heridas en el Hospital Provincial y, al parecer, le ofrecieron un puesto de trabajo fijo en Pelabravo, punto este que siempre fue desmentido por la familia, que afirmaba que, tras darle un vaso de leche, tuvo que regresar andando a su pueblo. De lo sucedido no se exigieron culpas, responsabilidades, multas ni indemnizaciones de ninguna clase.

 

10.- EL AUXILIO DE FILIBERTO VILLALOBOS

La esposa de Franco fue llevada inmediatamente a la Casa de Socorro, en el palacete de la actual plaza de Gabriel y Galán, donde se le apreció una herida contusa en el parietal derecho de carácter leve tras ser atendida por tres facultativos. Luego, marchó con Franco al Gran Hotel, donde les esperaba el comandante militar de Salamanca, el General Manuel García Álvarez y otras autoridades.

Hasta allí acudió desde Candelario el médico Filiberto Villalobos, que ya conocía a Franco del tiempo en que fue Ministro. Tras examinar de nuevo a Carmen Polo, confirmó que la contusión no revestía gravedad y que podían reanudar el viaje, lo que hicieron a primera hora del día siguiente, cuando aún se estaba velando el cuerpo del difunto. Según el doctor Luis Santos Gutiérrez, Villalobos consiguió que aquel aciago siniestro no tuviera eco en la prensa nacional, quedando reducido a un suceso de carácter local. Cuando Franco llegó a Oviedo, los periodistas insistieron en preguntarle por el motivo de su viaje a Salamanca, sin que consiguieran ninguna respuesta aclaratoria.

 

11.- LA DETENCIÓN DE FILIBERTO VILLALOBOS

Pocos meses después, aquella intervención de Villalobos le salvaría la vida. Tras la sublevación militar, fue detenido el 10 de agosto de 1936 en Salamanca, siendo retenido en el calabozo de la Comisaria durante diez días en los que su amigo Unamuno le visitaba a diario. Un juez militar le condenó a tres meses de prisión y al pago de 50.000 pesetas, dinero que, sin duda, necesitaban las nuevas autoridades para gastos de guerra.

Pero, para el general Emilio Mola, el auténtico director del golpe, no era suficiente. Quiso que se le mantuviera en la cárcel indefinidamente hasta encontrar el momento de fusilarle tras un juicio sumario, como ocurriría con todos los políticos destacados de la República. Durante un año permaneció recluido en una celda con José María Burgueño, pastelero de Peñaranda de Bracamonte.

Cuando Franco estableció su Cuartel General en Salamanca desconocía la situación carcelaria de Villalobos. En cuanto tuvo conocimiento de ello ordenó su inmediata puesta en libertad, a lo que Mola se opuso, entablándose una fuerte discusión ente ellos. Finalmente, el presidiario fue trasladado de nuevo a la Comisaría donde el general Martínez Fuste le leyó la orden de liberación con obligación de pagar otras 27.000 pesetas y de permanecer confinado en la isla de La Toja. El militar le comentó que Franco no había olvidado las atenciones recibidas en el accidente que sufrió el año anterior. Filiberto Villalobos fue siempre una persona muy querida en Salamanca, independientemente del régimen político que hubiera en cada momento. Su labor como médico entre los más desfavorecidos fue encomiable y reconocida por todos.

(Portada. Balneario de Baños de Montemayor – Fotos Inout y salamanca24horas)

 

Miguel de Unamuno

 

Calles de Candelario

 

Candelario. Unamuno veraneaba en la primera casa de la derecha

 

Candelario. ‘El Cantón’ donde Unamuno hacía tertulia

 

Alejandro Lerroux

 

Baños de Montemayor. Gran Hotel. Escalera para acceder al Balneario

 

Baños de Montemayor. Círculo Recreo. Junto al Gran Hotel

 

Candelario. Alejandro Lerroux

 

Candelario. Alejandro Lerroux posando con las coritas

 

Alejandro Lerroux y Gil-Robles. En gobierno de coalición, a partir un piñón

 

Vehículo Hispano-Suiza en el que Franco tuvo un accidente en la carretera de Madrid

 

El Hispano-Suiza de Franco

 

Las dos bicicletas de los ciclistas atropellados

 

Agustín Curto Cornejo resultó muerto

 

Matías Martín Miguel, herido grave

 

 

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