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jueves 21 noviembre 2024
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‘Tío Rico, el choricero de Candelario

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‘Tío Rico, el choricero de Candelario

 

 

EL CHACINERO ‘TÍO RICO’ FUE MUY RENOMBRADO EN MADRID POR LOS CHORIZOS DE CANDELARIO. EL REY CARLOS IV LE NOMBRÓ PROVEEDOR DE LA CASA REAL. LUIS CANDELAS TAMBIÉN TUVO EN CUENTA A UN SUCESOR DEL NEGOCIO.

 

 

1.- Carlos IV impulsó la chacinería de Candelario

2.- El autor del retrato de tío Rico fue Ramón Bayeu

3.- Los chorizos de tío Rico, de Candelario a Madrid

4.- A Luis Candelas le gustaba todo lo de Candelario

 

 

1.- CARLOS IV IMPULSÓ LA CHACINERÍA DE CANDELARIO

En 1887, el periodista Enrique Sepúlveda y Planter señalaba en sus crónicas matritenses a partir de qué momento las chacinas del pueblo salmantino de Candelario alcanzaron renombre nacional. Así nos lo describe:

“Cazaba venados cierto día el soberano, acompañado de toda la corte y los cadetes de Segovia por añadidura, cuando acertó a pasar por el camino de Castilla (entonces no había carretera) una recua de mulos cargados de chorizos de Candelario. El Rey se moría de hambre y no había nada de provisiones en los morrales. Algún cortesano indicó al Monarca que todo podía remediarse comiendo chorizos cocidos al natural, y en efecto, una hora después, Carlos lV devoraba chorizos como un extremeño bellotas, y un paisano de la sierra de Béjar manzanas y madroños.

– ¿Cómo te llamas, choricero?

– El tío Rico.

– Ricos de veras son tus chorizos. Desde ahora te nombro proveedor de la Real Casa.

Los que acompañaban al Monarca deshicieron la carga choricera de los mulos, y a todos los que comieron les parecieron sobresalientes de paladar, perfume y nutrición. El tío Rico se puso en moda, y mereció el honor de ser retratado de cuerpo entero por Goya, y el Museo del Prado guarda con estima esta joya del arte”.

En el mencionado cuadro, tío Rico, José Rico, que así se llamaba, porta en su hombro izquierdo unas alforjas a medio llenar, al haber sacado de ellas parte de lo que llevaba, un jamón serrano que deja en el suelo y varias ristras de chorizo que muestra con su mano derecha. Viste calzón corto, chaqueta gris, camisa blanca, chaleco, polainas de paño y zapatos negros. Cubre la cabeza con un gorro con borla y completa su atuendo con un gabán marrón apropiado para aguantar el frio que le espera por el camino.

 

2.- EL AUTOR DEL RETRATO DE TÍO RICO FUE RAMÓN BAYEU

Hasta no hace muchos años se creyó que el autor del retrato de tío rico era Francisco de Goya, como apuntaba Enrique Sepúlveda. Más tarde, se pudo comprobar que realmente lo era su cuñado Ramón Bayeu y Subías. La confusión se produjo por la similitud de estilos en la primera época del pintor de Fuendetodos.

Cuando Goya se casó con Josefa Bayeu, el pintor ya tenía relaciones de parentesco con su familia zaragozana, de la que formaban parte Francisco, Ramón y Manuel, todos ellos pintores y hermanos de su esposa. Es en 1763 cuando Francisco y Ramón, junto con Goya, se trasladan a Madrid respondiendo a la llamada que Anton Raphael Mengs, pintor de la Corte, hizo a Francisco Bayeu para la realización de trabajos en el Palacio Real. Por su parte, Manuel profesó en la orden de los Cartujos ingresando en el convento de Las Fuentes de los Monegros y también se destacó por su destreza con los pinceles. Como curiosidad, Josefa Bayeu dio a luz diecinueve veces, llegando a la edad adulta sólo uno de sus hijos.

Francisco Bayeu, el mayor de los hermanos fue padrino en la boda de Goya, que se celebró el 25 de julio de 1773 en la iglesia de San Martín de Madrid, templo que años después fue derribado por orden de José I Bonaparte. El nombramiento de director de pinturas de la Real Fábrica de Tapices y, más tarde, de la Real Academia de Bellas Artes, permitió que su casa, tanto la de la calle del Reloj como la de la Cadena, se convirtiera en el paraguas protector del resto de la familia.

Su hermano Ramón trabajaba en las labores que Francisco le proporcionaba, hasta que en 1766 consiguió una beca de la Real Academia de San Fernando para estudiar Pintura en Roma. A dicho concurso también se presentó Francisco de Goya que se mantenía con unos medios de vida muy precarios, pero no fue seleccionado. Por aquellos años tuvo que realizar las tareas más insospechadas, como la de friegaplatos en el célebre restaurante Botín, que aún existe en la calle de Cuchilleros, junto a la Plaza Mayor. Hoy es el establecimiento de su clase más antiguo de Madrid.

En el retrato de tío Rico, datado en 1786 por el Museo del Prado, en realidad hubo dos fases. El boceto, que se exhibe en el Prado, fue realizado en cartón por Francisco Bayeu. Y, el tapiz que se halla en la Sala de Embajadores del Monasterio del Escorial, es de su hermano Ramón. Los críticos de Arte coinciden en que el cuadro es una composición colorista, al estilo de los vendedores ambulantes del Barroco propio del pintor boloñés Annibale Carracci. En la escena se aprecia otro personaje al fondo. Se trata de un aguador que va de paso portando un cántaro con agua para la venta. Era del grupo de las escenas costumbristas que se utilizaban para decorar las paredes de los palacios.

 

3.- LOS CHORIZOS DE TÍO RICO, DE CANDELARIO A MADRID

Los chorizos de Candelario hicieron furor en Madrid. El secreto de su éxito era el aderezo con ajo y pimentón de la Vera, especie traída de América que les daba un sabor exclusivo y el color rojizo que tanto llamó la atención al Rey. Antes, la chacina tenía un color blanquecino que le hacía poco atrayente.

El pueblo de Candelario entero se dedicó al embutido. Cada casa era una rudimentaria industria. Se construían de tres plantas para que la superior hiciera de secadero donde se curaban las piezas. Junto a la puerta principal había unas argollas para sujetar al animal que iba a ser sacrificado y chamuscado en hogueras a la vista de todos.

En las calles, que están en una pendiente muy pronunciada, junto a las llamadas “batipuertas” que protegen las entradas de las casas de la nieve, existen unas regueras que recogen el agua que baja de la sierra. Ese agua dejó de ser pura y cristalina por arrastrar la sangre de las matanzas. Miguel de Unamuno se quedó asombrado cuando vio aquel fenómeno que descendía por la Calle Mayor, desde la Cruz de Piedra hasta el Humilladero, a la entrada de la población, lo que le hizo exclamar que en el mundo sólo había dos lugares por donde la sangre corría así  por las calles, Chicago y Candelario.

En Madrid fue creciendo el número de los establecimientos que vendían esos chorizos, cuyos propietarios juraban y perjuraban ser parientes o descendientes de tío Rico, en la Plaza Mayor, en calles como Toledo, Conde de Romanones o Tudescos. De ellos hablaba en 1832 el cronista Ramón Mesonero Romanos en su Panorama Matritense. Igualmente los menciona el “Anuario del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de la Administración” de 1890.

En 1889, el periodista Wonderer, pseudónimo de Manuel Alhama Montes escribía el llamativo artículo Candelario, el país de los chorizos en la revista Alrededor del Mundo. Y en 1932, el diario ABC anunciaba: “Sería grave pecado pasar por esta histórica barriada y no saludar a don Mariano Rico, descendiente del famosísimo Rico, el choricero de Candelario, que inmortalizó Goya Lucientes en uno de sus más notables tapices. Aún esta casa, Conde de Romanones, 12, sigue dedicada a la venta de sabrosos jamones, suculentos chorizos de Candelario y almacén de salchichería. Pueden hacer sus compras llamando al teléfono 74249”.

 

4.- A LUIS CANDELAS LE GUSTABA TODO LO DE CANDELARIO

Sabiendo que las chacinas de Candelario estaban en las mejores mesas de Madrid, Luis Candelas no quiso dejar de probarlas. Fue a la Carnicería Rico de la calle Barrionuevo ataviado como un próspero comerciante. Decía ser el suministrador de toda clase de embutidos, jamones, lomo, cecina y chorizos de una gran clientela del mejor barrio de Madrid.

En la puerta había dejado a un mozalbete al cuidado de un caballo. Según iba acordado el precio de cada producto con el chacinero, salía para meterlo en las alforjas. Cuando finalizó con los supuestos pedidos, sacó la bolsa para pagar y le dijo al chico que fuera por delante, que ya se encontrarían más tarde en la Puerta de Toledo. Pero, antes de pagar pidió repasar la cuenta para comprobar que todo estaba bien. Una vez repasada se dio un golpe en la cabeza con la mano y dijo: ¡Anda, se me olvidaba, unas libras de manteca!

Rico las descolgó del techo. Luis Candelas las olió y dijo que estaban rancias y comenzó una discusión con el chacinero, que se vio obligado a descolgar otras vejigas de manteca para que las oliera y se convenciera de que estaban en buen estado. El tendero abrió una de las vejigas invitando a Candelas a que la oliera. Éste le contestó: ¡Usted primero! Le dio con la vejiga en la cara con tal fuerza que le dejó con los ojos llenos de manteca, momento en que el bandolero salió corriendo.

(Foto portada. El Choricero de Candelario. Ramón Bayeu. Museo del Prado)

 

 

Francisco Bayeu, retratado por Goya

 

Ramón Bayeu. Autorretrato

 

Manuel Bayeu. Autorretrato

 

Francisco de Goya, retratado por Vicente López

 

Josefa Bayeu. Retrato al carboncillo

 

Restaurante Botín al fondo. Dibujo desde el Arco de Cuchilleros de la Plaza Mayor de Madrid

 

Candelario (Salamanca). El Humilladero

 

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