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jueves 28 marzo 2024
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El Iberismo de Miguel de Unamuno y Teixeira de Pascoaes

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El Iberismo de Miguel de Unamuno y Teixeira de Pascoaes

 

 

UNAMUNO PROMOVIÓ LA UNIÓN CULTURAL ENTRE ESPAÑA Y PORTUGAL

 

 

1.- El Iberismo peninsular

2.- El aperturismo de Lisboa

3.- La saudade de Oporto

4.- Las reticencias de Galicia

5.- Teixeira de Pascoaes y Miguel de Unamuno

6.- Miguel Torga

 

1.- EL IBERISMO PENINSULAR

Si una lágrima es la expresión angustiada del alma, el fado es el lenguaje sensual y melancólico del alma lusa, del portugués entristecido por el fatum, por esa fuerza ciega, irresistible y misteriosa del destino que ha desvanecido la gloria de las antiguas conquistas y del dominio de los mares.

El Tratado de Tordesillas puso los primeros límites a la epopeya de Camoens. Luego, vino la pérdida de las colonias y la nostalgia, la saudade, la bruma marina que en Oporto embargaba a Teixeira de Pascoaes, que remontó el Duero aguas arriba hasta unirse con la niebla castellana que Unamuno resaltaba.

Los distintos pueblos peninsulares cuentan con alguna obra literaria emblemática que han enarbolado en distintos momentos históricos de exaltación nacionalista. En la década de los setenta del siglo XIX, coincidiendo con el debilitamiento de los regímenes autoritarios de España y Portugal, algunos círculos de intelectuales se plantearon la previsible nueva organización del territorio en base a las peculiaridades del sustrato cultural común, tratando de conciliar principios muy dispares, la variedad dentro de la unidad. Así como catalanes, valencianos y baleares acudían a Montpellier a estudiar su lengua vernácula en obras como Tirant lo Blanc, grupos galleguistas se dieron cita en Oporto convencidos de que lo galaico-portugués formaba una homogeneidad, una sola lengua y una sola cultura.

La dialéctica transcurrió, tanto en Galicia como en Portugal, por derroteros antagónicos de mutua aceptación y rechazo. Galicia se decantó mayoritariamente por su propia identidad diferenciadora y Portugal por el secular temor a una invasión española. En realidad, se trataba de una dialéctica desfasada que ya había sido debatida en profundidad a comienzos de siglo, momento en que el intercambio cultural entre portugueses y españoles fue intenso gracias a escritores que protagonizaron numerosos encuentros al margen de los Gobiernos respectivos. La presencia prolongada de Ramón Gómez de la Serna en Lisboa y de Almada Negreiros en Madrid así lo atestigua.

No obstante, ante el olvido histórico y cultural que respecto de Portugal existía en España, donde Camoens era toda la literatura conocida del país vecino y se empezaba a descubrir la extraordinaria creatividad de Fernando Pessoa y sus heterónimos, no es de extrañar que aparecieran ediciones de La Fusión Ibérica, publicada en 1851 por el liberal Pío Gullón, o la Historia de la Civilización Ibérica de Joaquim Pedro de Oliveira Martins, que abogaba en 1879 por la construcción de una Historia común de “los dos pueblos españoles”. Pero es que, aún en 1986, José Saramago mostraba “una península que se adentra en el Océano separándose del resto de Europa”, a pesar de que España y Portugal se unían en el contexto de la Unión Europea y ello implicaba la abolición de fronteras.

Las pérdidas coloniales ocasionan el definitivo crepúsculo de la relevancia que España y Portugal tenían en el ámbito de las naciones. Como consecuencia de ello, aparece dos Generaciones de pensadores vinculados por un sentimiento común de impotencia. La lusa de 1870 y la española de 1898. Antero de Quental, Eça de Queiroz, Oliveira Martins y Ramalho Ortigao componían el grupo de Os Vencidos da Vida. En nuestro país, Miguel de Unamuno fue su máximo exponente.

 

2.- EL APERTURISMO DE LISBOA

La adversidad de la Historia se reflejará en los cenáculos de Lisboa y Oporto de diferente manera. Oporto se cierra en sí misma, mientras que Lisboa seguirá abierta y receptiva a las corrientes europeas, en especial al modernismo y al simbolismo francés, uno de cuyos introductores será el poeta Eugenio de Castro, buen amigo de Unamuno, quienes tuvieron varios encuentros en Coímbra y Salamanca.

En la capital lisboeta surgen dos movimientos: Presença, que aspira a un cierto protagonismo de Portugal en la cultura europea, y Orpheu, símbolo del mito que volverá de los infiernos para restituir a su país a las antiguas glorias. En éste sobresalen Fernando Pessoa y Almada Negreiros. Pessoa militará en un modernismo que altera formalmente los diversos géneros literarios y artísticos, y se opondrá a cualquier identificación del carácter portugués con el español: “En el modo de ser portugués, sobre la pasión predomina la emoción. Somos tiernos y poco intensos, al contrario de los españoles, nuestros contrarios absolutos, que son apasionados y fríos”. Por su parte, Almada Negreiros, tan inventivo y versátil en la literatura como afamado pintor, exhortará a los portugueses: “Es necesario que sepáis que sois europeos del siglo XX, en contra de la esperanza del pasado, de la opinión mantenida por Teixeira de Pascoaes y su saudosismo”.

 

3.- LA SAUDADE DE OPORTO

Frente a la tendencia cosmopolita de los escritores de la metrópoli, Teixeira de Pacoaes manifiesta su proclividad hacia el iberismo peninsular como una guía cultural de Portugal, un movimiento endógeno que adoptó la denominación de Renascença Portuguesa, cuyo medio de expresión fue la revista A Águia, en la que Unamuno colaboró varias veces. En ella se dio cita la esencia más característica de la poesía portuguesa, el saudosismo, la etapa más enriquecedora, profunda y reflexiva, en la que algunos autores, como Raúl Brandao, constituyeron un precedente del existencialismo europeo.

Teixeira, con su carácter triste, hasta incurrir en lo trágico, metafísico y atormentado, personificó la saudade de su pueblo, el ser anímico lusitano. Pero, ¿qué era la saudade? El saudosismo era sinónimo de añoranza, el deseo de poseer el bien ausente, el imperio portugués ultramarino perdido, el elemento básico de la literatura lusa. Para Ramón Gómez de la Serna, era algo más: “Una emoción sólo portuguesa, el arcano de su alma atribulada por el aislamiento de Europa y América”.

En una conferencia pronunciada por Teixeira en 1923 en la Residencia de Estudiantes de Madrid, la definió como: “La esencia espiritual étnica portuguesa, su estigma divino, su perfil eterno que trasciende de lo meramente poético y filosófico para llegar al campo de lo político”. Y añadía: “El alma ibérica tiene dos caras inconfundibles, la cara saudosa y la cara quijotesca; ésta, profundamente dramática, creada en la etapa castellana, y aquella, esencialmente elegíaca de Portugal y Galicia, ajenas a los yermos mesetarios”.

 

4.- LAS RETICENCIAS DE GALICIA

La concepción de Teixeira incluía un componente geográfico que abarcaba una Galicia inseparable de Portugal. Esto preocupaba a los nacionalistas gallegos de As Irmandades da Fala. Los saudositas portugueses llegaron a afirmar que Galicia era “un bocado de Portugal, las patas del león de Castilla. Galicia era su Alsacia”. El fracaso colonial les llevará a plantearse la unidad peninsular para huir de los estrechos límites fronterizos y había que empezar por Galicia.

Pero la saudade portuguesa difería sustancialmente de la gallega. Teixeira la concibe como un sistema filosófico total, una concepción panteísta del universo, mientras que, para Rosalía de Castro, la saudade galaica era una característica inmanente del hombre, sin llegar a la trascendencia, en el sentido de la soledad y nostalgia de la lejanía del emigrante.

No obstante, el saudosismo, como movimiento literario, influyó tanto en Galicia como en los autores contemporáneos de otros lugares, incluso entre sus detractores y en algunos círculos europeos. La influencia de Teixera de Pascoaes en Galicia fue importante. Participa en las revistas gallegas Nos y A Nosa Terra, que propugnaban un acercamiento cultural y lingüístico entre los dos pueblos. Junto con su amigo el nacionalista gallego Antonio Vilar Ponte, defienden una política que supere el regionalismo de Manuel Murguía, impulsor del Rexurdimento Galego y esposo de Rosalía de Castro.

En el diario Vida Gallega de Vigo era habitual encontrar anuncios portugueses, como el del Café Martinho de la Praça do Comercio de Lisboa, cenáculo de escritores encabezados por Fernando Pessoa, en tanto que el portugués Alfredo Pedro Guisado colabora en A nosa terra con Vilar Ponte y Alfonso Rodríguez Castelao. Castelao ilustrará en 1921 el poema Xente da Aldea de Guisado.

 

5.- TEXEIRA DE PASCOAS Y MIGUEL DE UNAMUNO

Teixeira de Pascoaes se aleja de la revolución cultural de Lisboa, tanto de las formas culturalistas de Pessoa, de los simbolistas y parnasianistas influidos por las corrientes francesas, como de los nostálgicos que esperaban pasivamente la llegada de un Orfeo libertador o la fantasmagórica figura del Rey don Sebastián, desaparecido en la batalla de Alcazarquivir en Marruecos. Teixeira milita un panteísmo integral que llega más lejos que el pesimismo de Antero de Quental. Ramón Gómez de la Serna quedó sobrecogido al observar que entre sus seguidores había una tendencia común al suicidio.

Unamuno fue el escritor español sobre el que más hizo mella el iberismo de Teixeira de Pascoes, desde que Eugenio de Castro les presentara en 1905 en Salamanca, cuando Teixeira tenía 27 años. Más adelante, el Rector publica su novela Niebla, que acusa su proximidad respeto del angustiado pesimismo del pueblo portugués, que convirtió en agonismo trágico. Saudosismo y agonismo se corresponden respectivamente con la Modernidad Portuguesa y la Edad de Plata española. Ambos autores mantuvieron un contacto duradero que se concretó en unas 50 cartas, que evidenciaban los numerosos encuentros en los que compartieron avenencias y desacuerdos.

Unamuno también se hizo eco de las tesis de Teixeira. En el diario España de Madrid publica en 1917 el artículo titulado Deber de España para con Portugal, en el que manifiesta: “El Portugal republicano se convirtió en un peligro para el régimen de arbitrariedad anticonstitucional en que está cayendo España. Era un ejemplo y una advertencia; era un reproche. La República portuguesa sabe bien cuáles son sus verdaderos, sus únicos sinceros amigos de España. Y en Portugal saben bien cuál es el único medio de establecer sobre sólidas bases la unión moral, la suprema unidad, acaso, la confederación de todas las naciones ibéricas”.

 

6.- MIGUEL TORGA

Posteriormente, los postulados de ambos intelectuales fueron seguidas por otro iberista de Tras-os-Montes, Miguel Toga, mediante su obra Diario, que abarca toda su vida literaria, desde 1932 hasta 1993, en la que continuamente menciona a Miguel de Unamuno como el mayor lusófilo de todos los tiempos.

Siguiendo la corriente panteísta de Teixeira de Pascoes, confundía al personaje con el medio donde vivía. Por eso, a partir de 1941, sus viajes a Salamanca fueron frecuentes para imbuirse del espíritu del Rector. Recorría los lugares unamunianos, el palacio de Anaya preferentemente, donde se encuentra la estatua que Victorio Macho realizó de Unamuno, en la que éste dejó su impronta personal mediante un crucifijo que el escultor le puso sobre el pecho a petición suya. Miguel Torga así expresaba ese sentimiento: “Por mucho que me esfuerce, no consigo disociar de la impresión urbana de Salamanca la imagen superpuesta de Unamuno”. Y concluía su vocación iberista: “Mi patria cívica acaba en Barca d’Alva, pero la patria telúrica sólo termina en los Pirineos”.

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N.B.  El profesor Joaquim de Carvalho, catedrático de Filosofía de la Universidad de Coímbra, muy conocido en el pasado siglo en nuestro país por las conferencias que impartió en la Universidad de Santiago de Compostela y sus numerosos viajes por Galicia, organizó la serie de cartas cruzadas que existían entre Miguel de Unamuno y Teixeira de Pascoaes, con quien tuvo una estrecha amistad. Pero no le dio a tiempo a publicarlas, como era su deseo.

En su lugar lo hizo su hijo, Joaquim de Montezuma de Carvalho. Éste se hallaba entonces en Angola, donde actuaba como letrado en los registros y juzgados de aquel país hasta que se independizó de Portugal, lo que motivó su retorno en 1976. Antes, en 1957, allí había publicado las cartas de Unamuno y Teixeira de Pascoaes, con el título de Epistolario Ibérico: Cartas de Pascoaes y Unamuno bajo el patrocinio de la Cámara Municipal de la ciudad angoleña de Nova Lisboa (hoy Huambo).

Años después, quiso editar el libro en Salamanca, pero, desafortunadamente no lo consiguió. Montezuma viajó a la capital charra para proponer su publicación a un conocido librero que tenía fama de tener buen olfato editorial. Pero esta vez, lo rechazó. El mismo librero me confirmó que le resultó extraño que las supuestas cartas de Unamuno aparecieran en Angola. Dudaba de su procedencia y prefirió ser cauto.

En consecuencia, el libro apareció publicado en 1986 en Portugal por la editorial lisboeta Assirio & Alvim con una introducción de José Bento, hispanófilo y poeta. Y en España, hizo lo propio la Editorial Origen de Madrid en 1991, en edición bilingüe, colocando en la portada una caricatura del coruñés Álvaro Cebreiro de 1923, que representa los dos cuerpos de Unamuno y Texeira unidos en uno solo, una alegoría de la unidad ibérica. En la actualidad este libro está agotado y sólo puede hallarse en centros oficiales, como la Casa Museo de Unamuno en Salamanca, o la Biblioteca Nacional en su sede de Alcalá de Henares.

Por mi condición de articulista mantuve correspondencia con Montezuma de Carvalho, tras establecerse como abogado en Lisboa. Dentro de sus estudios hispano-lusos, en 1995 tuvo la gentileza de mencionar mis trabajos sobre el iberismo peninsular en su obra Da Alma Portuguesa, da Alma Galega, una coautoría de su padre Joaquim de Carvalho y de su amigo Camilo José Cela, publicada en 1995 por Ediçoes do Támega.

Desde su regreso, su principal preocupación fue la de rellenar el hueco que existía en la biografía de Cervantes entre los años 1581 a 1583, sobre los pormenores de la estancia del autor de El Quijote en Portugal, un hecho evidente, pues allí escribió La Galatea y tuvo una hija con una portuguesa. Finalmente, consiguió publicar sus desvelos en 2005 con el título de Cervantes em Portugal por la editorial Nova Vega. Tres años después, fallecía en su casa de Alfama en Lisboa.

(Foto portada. Estación de ferrocarril de Oporto)

 

 

Miguel de Unamuno (gredos.usal)

 

Teixeira de Pascoaes

 

Epistolario Ibérico

 

Joaquim de Montezuma de Carvalho

 

 

Miguel de Unamuno, Portugal y la saudade  –  Unamuno en Portugal

 

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