El matrimonio de los Reyes Católicos carecía de validez
CUANDO ISABEL Y FERNADO SE CASARON EN 1469 EN VALLADOLID, SU MATRIMONIO NO ERA VÁLIDO, PORQUE UTILIZARON UNA BULA PAPAL FALSIFICADA, Y ASÍ SE MANTUVO DURANTE TRES AÑOS
1.- El Palacio de los Vivero de Valladolid
2.- Los Trastámara de Aragón
3.- Los Trastámara de Castilla
4.- El conflicto por la sucesión en la Corona de Castilla
5.- El matrimonio de Isabel y Fernando era inválido
6.- El matrimonio fue convalidado tres años después
1.- EL PALACIO DE LOS VIVERO DE VALLADOLID
Isabel I de Castilla y Juan II de Aragón se conocieron el 13 de octubre de 1469 en el Palacio de Los Vivero de Valladolid cuando, respectivamente, tenían dieciocho y diecisiete años. Cinco días después, firmaron el compromiso de matrimonio en la llamada Sala Rica, que tuvo lugar al día siguiente en una capilla que ya no existe. El acto estuvo rodeado de secretismo. En la Corte se ignoraba la presencia de Isabel en Valladolid, y Fernando se había desplazado desde Aragón disfrazado de mozo de mulas con unos comerciantes para no ser reconocido.
El Palacio se halla en el número 1 de la calle Ramón y Cajal, esquina a la de Chancillería. Actualmente está muy reformado, pero conserva algunas partes originales, como el gran patio central de forma cuadrada, el artesonado del zaguán y la escalera por la que se accede a las dependencias superiores que albergan el Archivo Histórico Provincial. Contaba con un muro exterior de protección y cuatro torres, todo lo cual, fue destruido en 1475 por orden de la reina Isabel, en cumplimiento con las medidas adoptadas contra todas las casas de los nobles en señal de sumisión a la Reina, pues aún seguían siendo señores feudales en pleno Renacimiento europeo.
El palacio fue construido por Alonso Pérez de Vivero, que había sido Contador Mayor del rey Juan II, rey de Castilla, padre de Isabel. El matrimonio se celebró en tiempos de su hijo, Juan Pérez de Vivero, casado con una sobrina de Alfonso Carrillo de Acuña, arzobispo de Toledo, quien tuvo una influencia decisiva en los primeros días del reinado de los Reyes Católicos.
2.- LOS TRASTÁMARA DE ARAGÓN
El promotor del matrimonio fue Juan II de Aragón, padre de Fernando. Este Rey aragonés era tan castellano como los miembros de la Corona de Castilla, pues había nacido en Medina del Campo y todos ellos pertenecían a una única familia, los Trastámara. Por lo cual, Fernando e Isabel eran primos segundos, porque tenían unos bisabuelos comunes, Juan I de Castilla y Leonor de Aragón.
Juan II imbuyó en su hijo Fernando la idea de unir a todos los reinos de la península, incluyendo el de Granada, aún en manos de musulmanes. Tenía un interés capital, el de defender sus posesiones en el Mediterráneo, tanto de los turcos como de los franceses, para lo que no disponía de recursos suficientes. Buscaba el apoyo de Castilla, en esos momentos, un reino con una economía agraria próspera. A toda costa, necesitaba que los castellanos fueran sus aliados e impedir el proyectado matrimonio de Isabel con el Rey de Portugal.
3.- LOS TRASTÁMARA DE CASTILLA
Juan II de Castilla, nacido en Toro, se había casado dos veces, la primera, con María de Aragón, otra Trastámara, y la segunda con Isabel de Portugal. Con la castellana tuvo tres hijos, dos mujeres y un varón que reinaría con el nombre de Enrique IV de Castilla. Con la portuguesa tuvo dos, Alfonso e Isabel, la que sería Isabel la Católica.
Enrique IV le sucedió por ser el varón mayor de sus hijos. Éste se casó en primeras nupcias con Blanca de Navarra con la que no tuvo hijos. Y en segunda con Juana de Portugal, hermana del Rey portugués Alfonso V, con la que aparentemente tuvo a su única hija, Juana, apodada La Beltraneja por atribuirse su paternidad al valido Juan de la de Cueva, Duque de Alburquerque. La impotencia de Enrique IV era un hecho evidente, expuesto por el doctor Gregorio Marañón en su obra Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo.
4.- EL CONFLICTO POR LA SUCESIÓN EN LA CORONA DE CASTILLA
En 1465 comenzó el conflicto por la sucesión en la Corona de Castilla entre el rey Enrique IV y sus hermanastros Alfonso e Isabel (La Católica). Un grupo de nobles acusó al monarca alta traición por pactar con musulmanes y de no ser el padre de su hija Juana. En consecuencia, exigieron su abdicación y la expulsión de Beltrán de la Cueva de la Corte castellana.
Mediante la Farsa de Ávila, en 1468, los nobles hicieron en esta ciudad una escena teatralizada en la que a un muñeco, que representaba al Rey, le despojaron de la corona, el cetro y la espada, que entregaron al hermanastro Alfonso, de once años, que allí se hallaba presente, proclamándole rey como Alfonso XII. Misteriosamente, ese mismo año Alfonso apareció muerto, obviamente, envenenado, y las miradas de los nobles se volvieron hacia su hermana Isabel.
Para conseguir el acatamiento al Rey de esos súbditos rebeldes, Enrique IV mantuvo unas conversaciones con su hermanastra Isabel a través de un mediador, que sería Antonio Jacobo de Véneris, nuncio papal ante el Reino de Castilla. El resultado fue la firma del Tratado de los Toros de Guisando en la Venta Juradera de El Tiemblo, mediante el que el Rey nombraba a Isabel sucesora suya y Princesa de Asturias, pero con la condición de que, si ésta decía casarse, el matrimonio debería ser refrendado por el propio Rey. Con ello, éste pretendía desautorizar cualquier otro enlace que no fuera con el Rey de Portugal, el hermano de su esposa la reina Juana, veinte años mayor que Isabel. La firma del Tratado significaba implícitamente el vergonzoso reconocimiento de que La Beltraneja no era hija suya.
5.- EL MATRIMONIO DE ISABEL Y FERNANDO ERA INVÁLIDO
Enrique IV puso bajo control y separados a sus dos hermanastros, Alfonso en Cardeñosa e Isabel en Ocaña. Muerto el primero y tras negarse a las proposiciones matrimoniales que el Rey le ofrecía con el portugués, Isabel decide atender a los requerimientos de Fernando de Aragón, recién nombrado Rey de Sicilia, para la celebración de su matrimonio secretamente en Valladolid, en el Palacio de los Vivero, con la cobertura del arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo.
Isabel pidió autorización al Rey, su hermanastro, para salir de Ocaña y visitar la tumba de su hermano en la Cartuja de Miraflores. Primero se dirigió a Madrigal de las Altas Torres para visitar a su madre Isabel, que padecía problemas mentales desde que enviudó, dolencia que más tarde reaparecería en su hija Juana la Loca. Luego, partió para Valladolid, quedándose en el Palacio de los Vivero.
Allí conoció a Fernando en persona, que a los pocos días sería su marido, pues hasta entonces sólo había mantenido una reservada correspondencia mediante correos. Les presentó Fadrique Enríquez, Señor de Medina de Rioseco y Almirante de Castilla, abuelo materno de Fernando. Después de mantener una conversación de dos horas ante el arzobispo Carrillo, Fernando se retiró al palacio de los Condes de Buendía en Dueñas.
El matrimonio tenía un impedimento de parentesco por ser primos segundos. Para su celebración se necesitaba una bula del Vaticano. Pero, el Papa Paulo II se negó a concederla porque el matrimonio contrariaba sus intereses. Por una parte, el Sumo Pontífice era aliado de Luis XI, Rey de Francia, que a su vez era enemigo del Rey de Aragón y, por otra, el Rey castellano entregaba importante sumas de dinero al Papa para la lucha contra los turcos, que continuamente asediaban las costas pontificias. Por estos motivos, el Papa también pretendía que Isabel se casara con el Rey de Portugal.
En consecuencia, el arzobispo Carrillo tuvo que planear una estratagema. Convenció a Véneris, el citado Nuncio papal para que elaborara una bula falsa del anterior Papa Pío II, que había fallecido cinco años antes, fechada en Roma el 28 de mayo de 1464. El Obispo de Segovia, Juan Arias Dávila, la dio por buena y autorizó el enlace.
En la celebración, el propio Nuncio dio lectura al documento para añadirle mayor veracidad. Sin embargo, quien les casa en la ‘Sala Rica’ es el capellán de la iglesia de San Justo, Pero López de Alcalá, de quien se duda sobre si tenía conocimiento de la falsedad de la bula. E intervienen como testigos Fadrique Enríquez y María de Acuña, esposa de Juan de Vivero.
A continuación, los desposados se trasladaron a un dormitorio adjunto, donde pasarán la noche en presencia de jueces y regidores que darán fe de la consumación del acto, lo que así hacen comunicándolo al grupo de nobles que durante horas esperó a la puerta, pues, en aquel momento, el lecho nupcial era una cuestión de estado. La luna de miel, ya sin fedatarios, la pasaron en el cercano castillo de Fuensaldaña.
En cuanto Paulo II se enteró de la treta, excomulgó a los recién casados por haber tomado un acuerdo que les convertía en enemigos suyos. Por su parte, Enrique IV consideró que Isabel había quebrantado el Tratado de los Toros de Guisando y, en la Ceremonia de Val de Lozoya, otorgó a su hija La Beltraneja las concesiones que retiró a Isabel. El Rey y su esposa juraron que la llamada Beltraneja era hija suya y la nombraron sucesora de la Corona de Castilla.
6.- EL MATRIMONIO FUE CONVALIDADO TRES AÑOS DESPUÉS
Pasados tres años, Isabel y Fernando eran dos reyes excomulgados, convivían al margen de la Iglesia y habían tenido una hija, Isabel, sin estar formalmente casados. La situación se mantuvo así hasta que murió el Papa Paulo II y le sucede Sixto VI, que el 1 de diciembre de 1471 extiende la ansiada Bula de Simancas, que les entrega el nuevo Nuncio, el cardenal español Rodrigo Borgia.
Pero, la bula no fue gratis et amore. Todo era un continuo trueque. El precio fue la concesión a Pedro Luis Borgia, hijo ilegítimo del Cardenal, del título nobiliario de Barón de Llombay. Además, cuando en 1485 Fernando es coronado Rey de Aragón, le otorga el Ducado de Gandía. Por otra parte, en 1492 el cardenal Rodrigo Borgia llega al papado como Alejandro VI, y para dejar saldada la deuda, concede a Isabel y Fernando el título de Reyes Católicos, una denominación inusitada cuyo fin era el olvido de los años que tuvieron la condición de excomulgados.
Entretanto, en 1474, el hermanastro de Isabel, el rey Enrique IV de Castilla, había muerto. El Rey Alfonso V de Portugal se declaró pretendiente a la Corona de Castilla, para lo que se casó con Juana la Beltraneja en Plasencia, con el beneplácito de gran parte de la nobleza española contraria a la reina Isabel, que quería suprimir sus privilegios feudales. Ésta se hizo proclamar reina de Castilla mediante la Concordia de Segovia, entablándose una guerra entre ambos reinos que duró cuatro años, hasta la derrota portuguesa en Toro. La Beltraneja terminó recluida en el monasterio de Santa Clara de Coímbra.
(Portada. Retrato de los Reyes Católicos. Siglo XV. Convento de las Agustinas. de Madrigal de las Altas Torres. Ávila)
Matrimonio de los Reyes Católicos. Plaza de España. Sevilla
Alfonso Carrillo de Acuña. Arzobispo de Toledo
Palacio de los Vivero. Valladolid
Palacio de los Vivero. Valladolid.