El Beso y el Besuqueo
NO ES LO MISMO EL BESO QUE EL BESUQUEO. EL PRIMERO SE DA A ALGUIEN CON SENTIMIENTO, EL SEGUNDO, SE REPARTE INDISCRIMINADAMENTE.
EL BESO. Auguste Rodin dejó plasmada en su emblemática obra ‘El Beso’ toda la belleza que una obra de arte puede expresar para representar la pasión humana en un solo acto de mutuo ensimismamiento. Pero, cuando se sale de ese embeleso y alguien da besos por doquier como si no hubiera un mañana, lo que antes era sublime se convierte en un vulgar besuqueo. Eran los años ochenta, el momento en que la mujer empezó a ocupar altos cargos en la política. En la sociedad española se estaban produciendo cambios en las costumbres. Dejó de darse la mano. Así lo vio el periodista Ángel Sánchez de la Cruz en su artículo ‘El Besuqueo’.
EL BESUQUEO. “El acto de besarse entre las mujeres y los hombres españoles, hasta hace poco, se ceñía en exclusividad a los seres queridos. Pero hoy cualquier hijo de vecino y casi sin venir a cuento, recibe de cualquier mujer un sinfín de besos. Y así, tan pronto es besado por su madre, como por su suegra o por la mujer del prójimo.
En los encuentros actuales entre diferentes sexos hispanos se produce ciertamente una catarata de achuchones faciales en los que las mejillas de los contendientes quedan impregnadas, cuando menos, de perdigones. El beso más o menos sonoro se ha impuesto entre todas las clases sociales españolas. Lo que tan sólo empezó siendo un fino “mua” entre los distinguidos, ha pasado a ser un “mua, mua” colectivo.
Hace muchos años, el hecho amoroso de besarse entre las parejas españolas era un acto escondido, íntimo. Ahora, sin embargo, el besuqueo público está a la orden del día y cualquier lugar es escenario adecuado para ejercitarlo. Ya, en verdad, no se lleva el besarse en sí y, más bien, parece ser que de lo que se trata es de llamar a la atención de los demás.
Hoy cualquier mujer pone al alcance de su pareja, no ya las mejillas o la boca, sino hasta la campanilla o las amígdalas, y así el sonido de los besos y rechupeteos guturales ensordecen los lugares públicos. El besuqueo es, indudablemente, que está de moda. No se concibe el saludo o la despedida si no van acompañados de los rutinarios besos.
La conocida popular letra de aquella canción española que afirmaba que “cuando la mujer española besa, es que besa de verdad”, hoy carece de sentido, pues la mayoría de las mujeres hispanas besan a lo tonto y a lo loco, es decir, a troche y moche. Se besa porque sí y al que pretende apartarse de tal costumbre se le considera carroza.
Los celos que provocaban el beso son tenidos en nuestros días por ridículos, y a quien los siente se le mira como a un bicho raro. Por otra parte, resulta poco comprensible que en el tiempo actual, en que la profilaxis y la asepsia han ganado terreno, el besuqueo indiscriminado se haya puesto de moda.
El cine norteamericano con sus besos en primer plano escandalizó en el reciente pasado a las gentes hispanas. La censura oficial durante años hizo que dichas efusiones labiales fueran frecuentemente cortadas, aunque bien es cierto, que aquellos prolongados besos cinematográficos eran más estáticos, como de éxtasis, diferenciándose de los actuales, que son eminentemente movidos, con indudables visos antropofágicos. Ahora se besa a lo bestia, mientras que antes se besaba a lo lento, haciendo del beso un pausado y solemne rito.
Y para terminar nuestras disquisiciones sobre el besuqueo imperante y con el fin de no desentonar con la moda de nuestro tiempo, no nos queda más remedio que decir a nuestras posibles lectoras que se den todas por besadas”.