Otra biografía del periodista Leopoldo Bejarano
EL PERIODISTA JOSÉ VENEGAS RELATA EN SUS MEMORIAS LA ÉPOCA EN QUE LEOPODOLDO BEJARANO Y ÉL FUERON REDACTORES DE «EL LIBERAL»
1.- Leopoldo Bejarano en el Ejército
2.- Bejarano en el periodismo
3.- La otra biografía por José Venegas
4.- El retruécano de Leopoldo Bejarano
5.- Leopoldo Bejarano, comisionista de ferrocarriles
6.- Las noticias que Bejarano fabricaba
7.- La ruina de un tendero
8.- La visita del sah de Persia
1.- LEOPOLDO BEJARANO EN EL EJÉRCITO
Por ironías del destino, el periodista Leopoldo Bejarano nació en Béjar en 1879. Era, por tanto, bejarano por duplicado, tanto como tener ocho apellidos de la ciudad ducal. Era hijo del doctor Eloy Bejarano, catedrático de segunda enseñanza, forense, miembro de la Real Academia de Medicina y autor de varios libros y manuales de Medicina. Tuvo otro hermano, Julio Bejarano, un prestigioso dermatólogo que hubo de exiliarse en México.
Desde muy joven Leopoldo se decantó por la carrera militar, participando en la Guerra de Cuba. Pero, en 1908 fue expulsado por causas no esclarecidas. Puede que fuera por su carácter. Cansinos Assens decía de él que era un camorrista célebre por su duelos y pendencias. También pudo ser originado por sus denuncias contra los ayudantes de los altos mandos militares, a los que acusaba de recibir prebendas y ascensos aprovechándose de su posición. De hecho, el 24 de mayo de 1912 escribió un suelto en El Liberal, titulado ‘Cosas de la Campaña. Las Recompensas’, que dejaba a los miembros del Estado Mayor del Ejército en evidencia. De aquella etapa dejó la obra ‘Episodios de la guerra africana contados por mi caballo’ y una buena amistad con el general Sanjurjo.
2.- BEJARANO EN EL PERIODISMO
Leopoldo Bejarano recaló en el periodismo, ingresando en el citado diario El Liberal, en la calle Mesonero Romanos. Dada su experiencia en las contiendas militares, fue enviado a cubrir la información de la guerra del Rif cosechando un rotundo éxito entre los lectores. En la redacción de este periódico hizo amigos entrañables, como los redactores José Venegas, el crítico taurino César Jalón, que llegó a ministro de Comunicaciones en la República con el gobierno de Alejandro Lerroux, y el ilustrador Ángel de la Fuente, que dibujaba a los colaboradores que por allí pasaban, como Miguel de Unamuno cuando monologaba con Venegas, o acompañando a éste a entrevistar a Blasco Ibáñez en el Hotel Palace durante su estancia en Madrid.
(La temprana colaboración de Miguel de Unamuno en El Liberal, se debió a su condición de traductor y asesor del editor Lázaro Galdiano, que era un importante accionista del grupo de empresas del que formaba parte el diario. Las recomendaciones de Galdiano al director, Antonio Moya Gastón, eran órdenes, al igual que sucedía con su predecesor Enrique Gómez Carrillo).
En 1932 puso a prueba su vieja amistad con el general Sanjurjo. Éste protagonizó un intento de golpe de estado que se saldó con un juicio sumarísimo que le llevó a prisión con una condena de pena de muerte. Bejarano movió los hilos del gobierno republicano y consiguió que Sanjurjo fuera indultado y que saliera de la cárcel.
En 1934 pidió el reingreso en el ejército. Comenzada la Guerra Civil, fue enviado al frente de la sierra de Madrid como comandante en Manzanares, donde realizó una gran labor cívica evitando que personas de ideología conservadora fueran asesinadas por exaltados. Finalizada la contienda y, habiendo pertenecido al bando perdedor, hubo de pasar por un procedimiento ante los tribunales militares del que tenía pocas posibilidades de salir bien.
Y de nuevo, el destino se muestra inescrutable. El general Millán Astray declaró en su favor, resultando absuelto y libre de cargos, en agradecimiento a Bejarano por haber hecho lo mismo en 1932 respecto del general Sanjurjo. La actitud de Millán Astray no es insólita. El general legionario era “el novio de la muerte” en el campo de batalla, pero no un asesino de civiles indefensos como otros que le rodeaban. Posteriormente, Leopoldo Bejarano sería encarcelado de nuevo e inhabilitado para ejercer cualquier cargo público. Saliendo de ese trance, tuvo una vida longeva, alcanzando los 85 años.
3.- LA OTRA BIOGRAFÍA POR JOSÉ VENEGAS
Estando Leopoldo Bejarano y José Venegas en la redacción de El Liberal tuvieron numerosas correrías por las calles de Madrid, que Venegas relató más tarde en sus memorias escritas en Argentina, anécdotas que habían quedado retenidas entre sus recuerdos y añoranzas por el exilio.
Venegas no sólo ejerció como periodistas en Madrid, también puso en funcionamiento varias editoriales gracias a su gran capacidad de gestión. Estudió concienzudamente los problemas que había en Sudamérica con la distribución de las publicaciones, trasladándose a Buenos Aires en 1929. Desde Argentina hizo una encendida defensa de la República y cuando estalló la Guerra Civil fue nombrado director de la Oficina de Prensa de la Embajada de España por el ministro Álvarez del Vayo. Ya no volvería a España.
4.- EL RETRUÉCANO DE LEOPOLDO BEJARANO
José Venegas narraba que a Leopoldo Bejarano, tanto en su vida diaria como en la redacción de noticias, le gustaba usar el retruécano, una figura literaria de repetición de palabras con diferente significado. Y daba algunos ejemplos:
Iba por la calle un caballero llamado Juan Bastos montado a caballo. Éste desbocó y preparó un gran escándalo, el caballo de Bastos…
Subió a un tranvía un sujeto llamado Pedro Pérez, alias “el Tomate”. No quiso pagar el billete y discutió con el cobrador, que cayó al suelo “revuelto con Tomates”.
Una chica se quejaba en el Metro porque un señor se le acercaba demasiado. Decía: ¡Es que de Capilla González no abusa nadie! Y el aludido respondía: ¡Qué protestante es esta Capilla!
Venegas también utilizaba ese juego de palabras. Bejarano y él tenían pases para viajar gratis en tranvía por Madrid. Una vez anochecido se dedicaban a “crepuscular”, subir al tranvía a la hora que lo hacían las modistillas. Venegas hizo amistad con una chica que llevaba un paquete en la mano. “Déjeme usted que le lleve el paquete y así parecerá una muñeca”, le dijo. Ella le preguntó: “¿Cómo?”. A lo que respondió: “Sí, en cuanto que me dé usted el paquete será una muñeca desempaquetada”.
Las noches en Madrid eran alborotadas y terribles las amanecidas. A primera hora de la mañana de un Domingo de Ramos, Leopoldo Bejarano y su pandilla de compañeros de El Liberal y algunas amigas se encontraban en la Puerta del Sol, ya sin una peseta. ¡Hoy están las palmas a la puerta de las iglesias! Exclamó uno. Y allá se encaminaron. Al llegar a una de ellas se dirigían a los vendedores y les preguntaban. ¿me permite usted que le toquemos las palmas? El hombre miraba extrañado a aquel grupo de señoritos y mujeres. Primero, empezaban a aplaudir, a tocar las palmas y jalear. Luego, desfilaban muy serios, que era Semana Santa, palpando las varas de las palmas. ¡Muchas gracias!, les decían. Y se iban a otra iglesia.
5.- LEOPOLDO BEJARANO, COMISIONISTA DE FERROCARRILES
A poco de ingresar Bejarano en El Liberal. la compañía de ferrocarriles realizó una campaña para elevar las tarifas de los viajeros. Uno de los directivos era el militar Espinosa de los Monteros, que encargó la distribución de comunicados entre los periódicos para explicar los argumentos de la empresa.
Bejarano se encargó de dicha tarea, por la que recibía una comisión en las facturas pagadas que eran muy abultadas, tanto que llevaba la cuenta en una cartera. Estaba tan emocionado por esos ingresos extra, que cuando iba en taxi sacaba la cabeza por la ventanilla y gritaba a los viandantes ¡Viva le elevación de las tarifas ferroviarias!
Le gustaba llamar la atención de la gente en cualquier sitio. Si iba en el tranvía, decía: “Necesito ladrar. Si no ladro me da un ataque”. Lanzaba dos o tres ladridos y se alborotaban los viajeros del tranvía, que era lo que pretendía.
6.- LAS NOTICIAS QUE BEJARANO FABRICABA
Algunas veces, a Bejarano le daba por crear bulos. Uno de ellos fue el de “La descuartizadora del Tajo”, que tuvo gran resonancia en un verano. Una tarde, se fue con varios amigos a Toledo a pasar unos momentos agradables a orillas del Tajo. Cuando ya andaban subidos de vinazo, encontró unos harapos y empezó a decir que eran de una mujer descuartizada. Llamó a El Liberal que enseguida lo público y se preparó un gran escándalo. Tanto, que se vieron obligados a mantener la falsa historia y seguir dando informaciones del caso. Tuvo que intervenir la justicia. Como consecuencia, se personaron muchas familias en las que sus hijas habían desaparecido por si era alguna de ellas.
7.- LA RUINA DE UN TENDERO
Otra de las veces, provocaron la ruina de un modesto ultramarinos. Un chico se estableció como tendero en la calle Toledo gracias a un préstamo que le había hecho el padre de su novia para que pudieran casarse. Una noche, Bejarano y su grupo le invitaron a ir con ellos de farra.
Al amanecer en la Puerta del Sol, el desventurado tendero, ya achispado, les confesó que así no podía abrir la tienda. Los del grupo, que iban con chicas, le dijeron que no tenía de que preocuparse. Ellos abrieron la tienda y le acostaron en el sótano hasta que se le pasara.
La primera clienta fue una mujer que pidió doce onzas de chocolate. Cuando fue a entregarles los quince céntimos de su compra, Leopoldo le dijo: “¡Qué barbaridad, pero si sólo vale cinco!” Y le dio un chorizo de regalo.
La segunda entró a por medio kilo de garbanzos y como le dijera que lo pesara bien, le contestó: “Le pongo un kilo y así no hay dudas”. Además, le regaló un pedazo de jamón y un paquete de velas. Y así con varias clientas, hasta que alguien les denunció. El tendero se quedó en la calle y el padre de la novia estuvo a punto de matarlo.
Al cabo de un tiempo, Bejarano iba con Jalón por el puente de Vallecas y se encontraron con aquel infeliz hecho un vendedor de conejos. Todavía era amigo de ellos y les dijo que a ver cuándo se juntaban para comer una cazuela de conejo. A lo que le contestaron: ¿Quieres quedarte en la calle otra vez?
8.- LA VISITA DEL SAH DE PERSIA
Llegó a Madrid el sah de Persia, invitado por el rey Alfonso XIII, quienes se habían conocido en la ciudad francesa de Deauville. El monarca iraní fue agasajado con una función de gala en el Teatro Apolo de la calle Alcalá para ver la actuación de una compañía de revistas. Al sah sólo le interesaba el desfile de mujeres lujosamente desnudas. La función era reservada para la Corte, pero también se dio dos entradas a cada diario. Por El Liberal fueron Bejarano y Venegas vestidos de etiqueta.
Venegas describe a la concurrencia: “Allí estaban todas las duquesas, marquesas, damas, embajadoras…No he visto ni veré en mi vida mayor conjunto de mujeres feas y ordinarias. Sus miradas iban a las chicas del coro de la compañía Velasco, que Dios sabe de qué cuchitriles habrían salido. Quedaba uno maravillado del aristocratismo físico de las bataclanas. Bejarano se dedicó a hacer comentarios en voz alta sobre la fealdad y la ordinariez de aquellas grandes damas y me temí que nos echaran del teatro”.
Continua Venegas: “Bejarano se situó debajo del palco que ocupaba la infanta Isabel. Comenzó por hacerle un gran saludo, al que correspondió la señora. Y luego siguió con una serie de guiños descarados. La pobre infanta sonreía sin darse cuenta de nada”.
Y finaliza: “A la salida se produjo un lio en el guardarropa y los empleados nos invitaron a buscar los que fuesen nuestros abrigos. Bejarano me dijo: “Ésta es la ocasión de llevarse dos abrigos de pieles”. Nos llevamos honradamente los nuestros.
(Foto. Leopoldo Bejarano – Antonio Bermúdez)
Leopoldo Bejarano
José Venegas
Miguel de Unamuno fue colaborador de El Liberal (CMU)
Teatro Apolo. Calle Alcalá. Madrid