La recuperación del escultor Emiliano Barral
LA RECUPERACIÓN DE LA ESTATUA DE PABLO IGLESIAS EN EL PARQUE DEL RETIRO DE MADRID SUSCITÓ EL INTERÉS POR SU AUTOR EMILIANO BARRAL
1.- EMILIANO BARRAL EN EL OLVIDO
La obra del escultor segoviano Emiliano Barral permaneció durante muchos años en el olvido, hasta que el 7 de febrero de 1979 apareció una escultura Pablo Iglesias, que se hallaba enterrada en el Retiro de Madrid desde los años cincuenta, de la que Barral era su autor.
El hallazgo no fue casual. La historia se remonta a 43 años antes. En 1936, a dos meses del comienzo de la Guerra Civil, fue erigido un gran monumento al líder socialista en el Parque del Oeste de Madrid, realizado por Emiliano Barral. Pero su obra tuvo una corta vida. Tras la entrada de las tropas nacionales en Madrid en 1939 quedó destruida, y los cascotes fueron llevados a un rincón del parque del Retiro.
En los años cincuenta, cuando unos obreros se disponían a hacer añicos aquellos restos para reconstruir una parte de la tapia de los jardines, el delineante encargado de los jardines José Pradal vio desde lejos que entre aquel material había la figura de una cabeza. Al acercarse comprobó que se trataba de Pablo Iglesias y les dijo que pararan. Se puso de acuerdo con varios operarios y aquella noche cavaron una zanja para enterrar la escultura que pesaba una tonelada y media. Posteriormente, trazó un plano muy detallado del lugar que guardó con sumo sigilo.
2.- LOCALIZACIÓN DE LA ESTATUA DE PABLO IGLESIAS
José Pradal obtuvo el cargo delineante del Retiro gracias a Cecilio Rodríguez, jardinero mayor municipal. Éste fue separado de su cargo durante la República, por haber ejercido de jardinero durante el reinado de Alfonso XIII, y repuesto por el nuevo régimen. Había sido amigo de Gabriel Pradal, decano y presidente del Colegio de Arquitectos de Madrid y hermano de José Pradal. Cuando se enteró de que el delineante estaba punto de ser enjuiciado por un tribunal de guerra en 1939, Cecilio Rodríguez abogó por su liberación y le ofreció trabajo en la misma casa donde vivía, frente a la antigua casa de fieras del Retiro, en un despacho donde de nuevo José Pradal ejerció su profesión, diseñando los parterres del Retiro.
Pasaron muchos años sin que Prada hubiera podido desenterrar aquella escultura. Decidió trasladarse a Toulouse en 1957, donde vivía su hermano Gabriel, uno de los últimos exiliados que salieron hacia Francia finalizando la guerra. José Pradal murió al poco tiempo y, a continuación, su hermano en 1965.
Instaurada la democracia, los descendientes de los hermanos encontraron el plano realizado por José Pradal y se lo entregaron al diputado socialista Máximo Rodríguez Valverde, a quien habían conocido en Toulouse con Felipe González, Alfonso Guerra y Ramón Rubial. Después de varias gestiones en el Ayuntamiento de Madrid, el 7 de febrero de 1979, fueron autorizados a utilizar una máquina excavadora junto al muro de Menéndez Pelayo. Siguiendo las instrucciones del plano de Pradal, consiguieron desenterrar la monumental piedra de Pablo Iglesias.
3.- EL ESCULTOR EMILIANO BARRAL EN PARÍS
En descubrimiento no sólo supuso la recuperación de aquella estatua, sino también la de su autor, el escultor Emiliano Barral, que procedía de una familia de canteros de Sepúlveda. Carecía de conocimientos de escultura, tan sólo sabía labrar piedras para la construcción, como hacía su padre. Por ello, decidió emigrar a Valencia y Barcelona, para terminar en París en 1915.
En capital francesa carecía de recursos para subsistir y acudió al consulado en busca de ayuda. Al decir que era cantero, le enviaron a un taller de escultura funeraria, donde el maestro le proporcionó sencillos trabajos de labores finas y en piedras duras. En sus ratos libres le gustaba visitar el museo del Louvre para estudiar a los clásicos, sobre todo, las figuras de Auguste Rodin. Además, visitaba las exposiciones de arte.
Su recto camino se torció cuando empezó a frecuentar el Barrio Latino y a relacionarse con pintores y otros escultores de los que recibió aviesos consejos, abandonando el taller. Él mismo lo relataba: “Mis amigos me despreciaban. Decían: parece mentira que te humilles hasta el punto de trabajar. ¡El artista debe ser libre! Y yo quería ser artista a todo trance, pues deserté del taller. Hice lo que los otros. Me dejé crecer el pelo, me puse un sombrero grande, me até al cuello una chalina grasienta. Y empecé a gritar por los cafés que Rodin era un idiota y a no pagar a los camareros”:
La bohemia se había apoderado de Barral. Sólo hubo una persona que tuvo sobre él una decisiva influencia en la escultura, el bejarano Mateo Hernández, que le llevó a su taller y le enseñó la técnica de la talla directa de la piedra sin abocetar.
4.- EL REGRESO DE EMILIANO BARRAL
El escultor regresó a sus inicios en España. En Sepúlveda recibe el primer encargo para la construcción de un panteón y realiza algunas decoraciones en la Universidad de Alcalá. Posteriormente, hubo de cumplir el servicio militar en Madrid, una etapa determinante para él, en la que conoció al escultor Juan Cristóbal, autor del monumento al Cid en Burgos, que le inicia en el clasicismo de Julio Antonio y en los grandes volúmenes de Victorio Macho.
Se presenta a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1922 de Madrid con los retratos del pintor Eugenio de la Torre y de Antonio Machado. Más tarde, en 1925, consigue una beca de la Diputación de Segovia para estudiar en la Academia de España en Roma, donde realiza el retrato del artista plástico Luis Quintanilla.
Ante su cincel pasaron numerosas conocidas personalidades, como el poeta Rubén Darío, el doctor Gregorio Marañón, el pintor Julio Romero de Torres, el ceramista Daniel Zuloaga, el periodista Ignacio Carral, que escribió su biografía, el político vallisoletano Núñez de Arce… Pero con quien tuvo una especial amistad fue con Antonio Machado, quien le escribía versos mientras le tallaba: «Y tu cincel me esculpía / en una piedra rosada, / que lleva una aurora fría / eternamente encantada».
Emiliano Barral murió en 1936 en el barrio de Usera en la defensa de Madrid.
Estatua de Pablo Iglesias. Emiliano Barral. Mundo Gráfico. 1936
Estatua de Antonio Machado. Emiliano Barral
Emiliano Barral
Carta de Mateo Hernández a Emiliano Barral: “Estimado amigo Barral. Me complace grandemente el verle y charlar juntos. Si está libre, puede venir esta tarde, a las 3 estoy en mi casa. Hay un tren en la estación Montparnasse a las 2h. 50. Tiene que bajarse en Meudon. Le estrecha su mano. Mateo Hernández”.