Miguel de Unamuno: sobre el sexo de las hormigas bohemias
UNAMUNO ENTREGA A JEAN CASSOU UN SONETO QUEVEDIANO, CARACTÉRÍSTICO DE SU HUMOR SATÍRICO, QUE EL TRADUCTOR FRANCÉS NO ENTIENDE Y HA DE PREGUNTARLE QUÉ QUIERE DECIR EXACTAMENTE
Los historiadores siempre andan a vueltas con la política cuando hablan sobre Miguel de Unamuno. Estaba en contra Primo de Rivera, en contra del Rey, de su regia madre… contra todo y contra todos. Pero, el Rector también manifestó interés por otras cuestiones, como la sociología, el sexo, la bohemia… En esta ocasión hacemos un paréntesis para adentrarnos en su ácido humor para mostrar sus reflexiones sobre el café La Rotonde de París, como hábitat de las diversas especies que allí pululaban.
Unamuno era un hombre de peña, de tertulia, y en París siguió con sus costumbres españolas. Pronto dio con el café La Rotonde, centro de reunión de los españoles exiliados y emigrados. Aquel lugar había sido un bistrot de obreros antes de convertirse en cenáculo de intelectuales. Era un microcosmos a caballo entre La Colmena de Cela y la película Casablanca.
A los pocos días de conocerlo, Unamuno ya nos lo describía: “La Rotonde es el café a donde vamos los que nos dicen conspiradores. En ese hormiguero hay hormigas neutras y los machos y hembras que se dedican a procrear. Como en la colmena, la reina y los zánganos. Lo malo es que los mariquitas y los marimachos no son ni padres ni madres, sino que evitan serlo. No se dedican propiamente a procrear”.
El periodista Carlos Esplá Rizo, compañero de mesa, nos ofrece en sus memorias una visión muy similar: «Contempla con asombro e inocencia el cuadro estrafalario de La Rotonde, con sus escandinavos melenudos, sus bohemios sablistas y sus amigas pintarrajeadas, que fuman y enseñan las ligas. Ve allí, con desazón, ‘mariquitas y marimachos’. ¿Qué son esos monstruos?… Una mulata gachona y descocada, a quien alguien ha dicho que aquel señor de la barbita blanca, va a ser presidente de la República, lo mira un día fijamente y le saca la lengua. Don Miguel se ruboriza».
Miguel de Unamuno ratifica plenamente la descripción que nos ofrece Carlos Esplá en una carta que dirige a su traductor Juan Cassou el 6 de junio de 1925, en respuesta a otra anterior en la que Cassou muestra a Unamuno la dificultad que encuentra para traducir sus escritos al francés. No entiende exactamente lo que el Rector quiere decir, a pesar de que era bilingüe de nacimiento.
“En qué fregado se ha metido usted, mi querido Cassou, con eso de ponerse a traducir mis últimos quevedianos sonetos, preñados de dobleces de sentido. Pero vamos al caso…
Los de las ‘sin sexo’ y ‘las del sacho’ y las hormigas es historia más larga. Usted sabe que hay hormigas machos y hembras, como en la colmena hay reinas y zánganos, cuyo oficio es procrear, ya que hay las hormigas neutras, las tías, que son las que reúnen provisiones, las que van de caza, las que ordeñan a los pulgones, que cuidan de los huevos y larvas haciendo de nodrizas, etc.
Es decir que las hormigas sexuadas, los machos y las hembras no hacen otro trabajo que el de engendrar, que aunque agradabilísimo, y en ellas, en las hormigas, sin riesgo, es trabajo… me parece. Las otras, las sin sexo, se dedican a los demás menesteres complementarios, en el que parece que encuentran algún consuelo y distracción. Debe de haber también hormigas sin sexo, tías, que hagan de mecanógrafas. Y estas hormigas sin sexo, ni macho ni hembras, son las que se llaman feministas, por lo mismo que no son feminae. Claro, que el que no es ideal se contenta con ser idealista, y el que no es social con ser socialista.
‘Las del sacho’ es una metáfora engendrada por la rima, que quiere decir ‘las que cosechan’. Ya sabe usted lo que es el sacho-sacloir, creo, instrumento agrícola para sacar malas hierbas y preparar terreno.
En el hormiguero trabajan las sin sexo, y huelgan machos y hembras, y en el mundo heteróclito, epiceno y ambiguo de La Rotonde huelgan los asexuados y asexuadas, aunque ¡pobrecitos, vaya si trabajan! Y ¡qué trabajos pasan muchos de ellos y muchas de ellas por no trabajar! Lo que sí procuran es no reproducirse.
El soneto sé que es algo feroz y no sé qué convenga traducirlo. Hay algo trágico en ese comunismo de bohemia, de mariquitas (o maricones si se quiere) y marimachos. Ese tercer sexo, o no sexo, que firma la incoercible economía de ese terrible postulado malthusiano, es acaso el nudo de la tragedia europea. No la lucha de clases que dicen, con su mentalidad pueril, los socialistas, sino la lucha de sexos y el trágico martirio de la maternidad.
Lo que ningún Fabre ha averiguado que yo sepa, es si entre las abejas y las hormigas neutras hay maricones y tortilleras, y si su sola voluptuosidad es trabajar por sus sobrinos y sobrinas y hacer filosofía progresista. Porque eso del progreso y la civilización es cosa de asexuados. En el amor, ¡amor de sexo, claro, de procreación!, no hay progreso ni civilización. Todo es pura tradición innoble y todo es pura naturalidad. Y ya tiene usted explicada la tragedia del hormiguero humano”.
(Foto. Café La Rotonde. París)
Miguel de Unamuno. Francia. CMU