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jueves 21 noviembre 2024
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Miguel de Unamuno en Valencia: el escándalo Darwin

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Miguel de Unamuno en Valencia: el escándalo Darwin

 

 

MIGUEL DE UNAMUNO FUE EL ÚNICO CONFERENCIANTE, DE ENTRE VARIOS INVITADOS, QUE QUISO ASISTIR AL HOMENAJE QUE LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA HACÍA A CHARLES DARWIN. ¿ERA CIERTO QUE EL HOMBRE DESCENDÍA DEL MONO?

 

 

1.- Centenario del nacimiento de Charles Darwin

2.- Actos en Valencia en honor a Darwin

3.- Llegada de Miguel de Unamuno a Valencia

4.- Conferencia de Miguel de Unamuno en la Universidad de Valencia

5.- Otras actividades de Miguel de Unamuno en Valencia

6.- La hostilidad de la prensa contra Unamuno

7.- Anécdotas de Miguel de Unamuno en Valencia

 

1.- CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE CHARLES DARWIN

Era 1909. Se cumplía el centenario del nacimiento del científico Charles Darwin, autor de la obra El origen de las Especies y de la Teoría del Evolucionismo, cuyos principios había obtenido mediante el estudio y la observación de las mutaciones en la naturaleza, que había ido describiendo en su Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo. Era un tema estrictamente científico que solamente había tenido acogida en el ámbito universitario, porque afectaba a otras disciplinas, como la Filosofía o la Historia.

También tuvo influencia en la Literatura, que siempre refleja el predominio del más fuerte sobre el débil en los personajes. Emile Zola fue su paradigma, el impulsor del realismo, seguido en España por Emilia Pardo Bazán, Leopoldo Alas Clarín, Palacio Valdés y Blasco Ibáñez. Los postulados de Darwin se basaban en que ningún ser vivo es exactamente idéntico a otro. Se reproducen de manera que tienen más descendientes de los que podrían sobrevivir, y de ellos sobrevivirán los que estén mejor adaptados, es decir, hay una selección natural de las especies que conlleva su transformación genética a través de la evolución en el tiempo.

 

2.- ACTOS EN VALENCIA EN HONOR A DARWIN

Pero cuando esta teoría se exponía al gran público, lo que la Iglesia y los sectores más conservadores entendían era que el mundo no se ha creado en siete días, como dice el Génesis, que la mujer no salió de una costilla de Adán y que el hombre no fue creado a imagen y semejanza de Dios, sino, con toda probabilidad, de un mono. A los cristianos se le cayeron encima de sus cabezas los frescos de la Capilla Sixtina del Vaticano y las más sencillas representaciones de la Creación en las iglesias de sus pueblos. Aquello sonaba a aberración.

La defensa del darwinismo en España corrió a cargo de Santiago Ramón Ramón y Cajal, cuya opinión era respetada por haber sido Premio Nobel de Medicina en 1906. Sin embargo, la suya constituía una excepción, porque los profesores evolucionistas eran expulsados de los centros de enseñanza. Y en ese coso, donde Darwin era tabú, terció Miguel de Unamuno.

La Asociación de Estudiantes de Medicina de la Universidad de Valencia tuvo la atrevida iniciativa de celebrar el nacimiento de Darwin mediante la programación de una serie de conferencias divulgativas. Pero sólo encontraron piedras en el camino. Por presiones al alcalde valenciano, estuvo en peligro la ayuda de quinientas pesetas comprometidas por el Ayuntamiento, que entregó porque se lo exigía la mayoría republicana de la corporación. Y, por otra parte, los científicos invitados declinaron su asistencia con las excusas más variopintas.

Pero, pudo mantenerse gracias a la anunciada presencia de Miguel de Unamuno, que los suplía con creces por haber sido traductor del eminente filósofo darwinista Herbert Spencer. La expectación de la prensa nacional era máxima. El homenaje previsto para el día 12 de febrero tuvo que ser aplazado diez días, pues Unamuno no podía acudir antes debido a sus obligaciones académicas en Salamanca.

 

3.- LLEGADA DE MIGUEL DE UNAMUNO A VALENCIA

El Rector llegó a Valencia a primera hora de la mañana del domingo 21 de febrero en el tren correo procedente de Madrid. Los estudiantes Luque, Lucas y Monmeneu subieron al convoy en la estación anterior para acompañarle. A su llegada, el andén de la estación valenciana se hallaba abarrotado de numeroso público, personalidades de la Universidad y alumnos que le recibieron con una cerrada ovación. Los representantes de la asociación le condujeron al Hotel Continental para su alojamiento. Al mediodía almorzó con los prestigiosos médicos Manuel Candela Plá y Amalio Jiménez, acompañados por el senador Amalio Gimeno. Ya por la tarde, dio un paseo por la ciudad con los organizadores y el doctor Peregrín Casanova Ciurana

Al día siguiente, los profesores de la Facultad de Medicina le ofrecieron un banquete en el Restaurante Miramar, en la playa de Levante. Unamuno dedicó el resto del día a preparar unas notas para la conferencia que daría por la noche. Varios días antes, había escrito a los estudiantes para advertirles que no iba a leer ningún texto, sino que hablaría apoyándose en “unas ligerísimas, escuetas y esquemáticas apuntaciones para conservar la arquitectura del discurso”. No obstante, previendo que su intervención iba a ser distorsionada por los cronistas, les pidió que los taquígrafos transcribieran su conferencia: “Y lo digo porque querría se recogiese íntegro el discurso que va a ser al modo de una especie de profesión de fe filosófica y religiosa arrancando de la doctrina del transformismo. Dispénsenme la arrogancia o inmodestia”.

Destacable era la presencia del doctor Peregrín Casanova, seguidor y divulgador de los enunciados del naturalista alemán Ernst Haeckel, teórico del desarrollo evolucionista del universo. Peregrín tuvo que soslayar los ataques anti darwinistas de personalidades como Cánovas del Castillo en sus conferencias en el Ateneo de Madrid, o del vallisoletano Gaspar Núñez de Arce, autor del desmedido poema A Darwin. Mantuvo una larga correspondencia con Haeckel y viajó hasta la ciudad alemana de Jena para trabajar con el maestro. En su cátedra valenciana daba las clases consultándole sobre lo más reciente de sus investigaciones para aplicarlo a la materia de Anatomía Descriptiva, haciendo de los estudios de Haeckel su libro de texto. Pero, el clima conservador de la Universidad le obligó a abandonar la actividad investigadora, debiendo dedicarse exclusivamente a la enseñanza de anatomía y otorrinolaringología.

 

4.- CONFERENCIA DE MIGUEL DE UNAMUNO EN LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA

Las entradas para asistir a la conferencia de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad se habían agotado. La mesa estaba formada por Peregrín Casanova, que a su derecha tenía a Unamuno y, a su izquierda, a Eduardo Boscá, por ser el de mayor edad. Detrás de ellos un gran retrato de Darwin presidía la sala. Primeramente, tomaron la palabra los profesores Juan Bartual y Boscá, éste último mediante la lectura del estudiante José Lucas en su nombre, pues se encontraba muy debilitado. A continuación, Casanova dio la palabra a Unamuno.

El Rector comenzó estableciendo sus reglas: “Lo primero es una cuestión de método, y es que os pido permiso para sentarme. Hablando sentado me parece que lo hago en cátedra y se establece una mayor intimidad, algo más familiar y, sobre todo, volvemos a la costumbre que tenemos los que a la cátedra nos dedicamos”.

Pasó a elogiar la figura de Darwin: “Ese hombre tan admirable por la profundidad de sus juicios, tan calumniado y maltratado por los mantenedores de ideas parasitarias”. Y continuaba: “Cuando esta doctrina darwiniana empezó a extenderse y a propalarse, no faltaron espíritus apocados que sintieran herida una ridícula vanidad. Hombres que no son bastante hombres se sintieron ofendidos porque se les supiera descender de una especie de mono”.

Unamuno no dudó en ridiculizar a cuantos se oponían a los nuevos conocimientos, como el caso de un concejal, que se burlaba de los darwinistas que defendían la descendencia del hombre del mono, porque ese no era su caso, a lo que Unamuno comentaba: “No es lo malo venir del mono, sino ir a él”. Así prosiguió durante cincuenta minutos: “El progreso lo traen la revolución y los cataclismos… La paz del espíritu es retroceso y muerte… Hemos de sostener la guerra con nosotros mismos, y luego con los demás. La vida es combate. Nada une como la guerra”. Elogió a los movimientos obreros modernistas, porque la renovación en el cristianismo va unido al progreso evolucionista, añadiendo que “se progresaría si los preceptos morales negativos, como los expuestos en el Decálogo, pudieran ser formulados de modo afirmativo”.

Respecto de los políticos, apuntaba: “Aquí donde tanto se habla de personalismo y fulanismo, es donde menos se respeta la personalidad. Y como yo opino lo contrario y sé que de mí se dice ¡Hombre, es un tío que me carga! Por eso acentúo más mi personalidad… En este país se puede pensar libremente sin ser hipócrita aun desempeñando cargos oficiales: hay quien cree o finge creer para que le crean, que para la conservación de los cargos o preeminencias es preciso desfigurar la verdad, mentirse uno a sí mismo mintiendo a los demás”.

Y, sobre la lectura: “¿Qué lee el obrero? Libros por los que las cosas de la ciencia llegan a él deformadas por la fe supersticiosa que es del mismo género que la de los milagros… Siempre que visito una ciudad universitaria pregunto si es grande la venta de libros, no de los libros de texto: estos no son libros. Es preciso desarrollar el culto al libro. Saber leer y escribir no significa nada. Hay que desechar el horror al libro… La juventud lee los libros que acaba de publicar el amiguito que reside en Madrid, en cambio, no conocen a Homero, Virgilio o Dante. Hacen como yo digo: pasan la juventud comiendo aceitunas, entremeses, aperitivos y estropean el estómago, con lo que acaban por inutilizarse para recibir y digerir los alimentos fuertes… “

Continuaba: “El culto al libro es una de las cosas que más hay que desarrollar. El saber leer y escribir importa poco, si la gente no sabe lo que lee y lo que escribe, o lee y escribe cosas que lo mismo da que no las leyera ni las escribiera. Y hay un horror tal al libro, tan grande, que yo conozco a una persona que estando en Madrid va al teatro todas, todas absolutamente todas las noches. Una vez se encontró acatarrado y no pudo salir de casa, pero su catarro no le impedía leer. Cualquiera diría que un señor que se gastaba dos, tres y cuatro pesetas cada noche en el teatro, podía comprarse un libro que le cuesta tres pesetas y tenía distracción para tres noches. No señor, no lo compraba y se pasaba el tiempo echado encima de la cama. Le dije: Hombre, ¿por qué no compra usted un libro? Y me dio la contestación más peregrina: Y luego de leerlo, ¿qué hago yo con él? Al hombre le dolía hacer el gasto, y luego ¿dónde colocaba el libro? Es lo mismo, le dije, que si cuando me llama usted a comer y me trae una chuleta le digo: No, no como, porque luego de haberla comido ¿qué hago de ella?”.

Las últimas palabras fueron pronunciadas por Peregrín Casanova para cerrar el acto con un resumen del pensamiento darwinista y agradecer el empeño demostrado por los estudiantes de Medicina de la Universidad de Valencia. El auditorio se rompió en prolongados aplausos.

El discurso de Unamuno era complejo y desconcertó a la prensa que siguió el acto. El Imparcial hacía su particular reseña de lo que el Rector dijo: “La fe implícita es fe parásita. El instinto de variedad nos lleva hasta la guerra. La paz del espíritu es retroceso y muerte. Hemos de sostener la guerra con nosotros mismos y luego con los demás. La vida es combate. Nada une como la guerra. Matarás como medio de vivir. Amarás a la mujer y tendrás hijos”, una colección de frases lapidarias inconexas. La Época lo tuvo más claro y optó por un enfoque más escueto: “Al acto asistieron muchas señoras”.

 

5.- ACTIVIDADES DE MIGUEL DE UNAMUNO EN VALENCIA

En los siguientes días, Unamuno se encontró con una trepidante actividad en Valencia. Numerosos colectivos reclamaban su presencia y quisieron alargar su estancia el mayor tiempo posible. Los estudiantes dieron un nuevo banquete en honor de Unamuno en el Hotel Paris. Tras los postres, brindó por aquella sana juventud valenciana y profirió duras palabras para las autoridades locales que habían boicoteado el acto. Calificó de “cobardes, hipócritas y eunucos” a todos aquellos altos cargos que rechazaron concurrir a la celebración del centenario de Darwin.

Por la tarde, visitó la Editorial Sempere para felicitar a sus directivos por haber publicado traducciones de la obra de Darwin y acudió a una nueva conferencia promovida por el Ateneo Científico, después de la cual, Félix Azzati diputado republicano y director del diario El Pueblo le invitó a que inaugurara el ciclo de conferencias de la Universidad Popular, fundada por Blasco Ibáñez, convenciendo a Unamuno para que se quedara en Valencia un día más.

En la jornada siguiente, profesores y alumnos le llevaron de excursión para visitar Sagunto, su teatro romano y los restos de la ciudad antigua. Por la tarde, hubo otro acto en la Facultad de Medicina consistente en el descubrimiento de una lápida de mármol alusiva al centenario de Darwin que mostraba su perfil en bronce. La placa, que se hallaba cubierta con las banderas de España y Gran Bretaña, fue descorrida por Peregrín Casanova, en presencia del cónsul británico Mr. Harker, que agradeció la deferencia que la Universidad habían tenido con Darwin. Dicha lápida sería llevada posteriormente al Museo Histórico de Medicina de la Facultad.

A las nueve de la noche inauguró el citado ciclo de conferencias de la Universidad Popular en el Centro de la Unión Republicana. Y aún le dio tiempo para visitar el trabajo nocturno en la redacción del diario republicano El Radical, manteniendo una entrevista con su director Rodrigo Soriano en el Café Ideal. (Soriano sería procesado en 1924 por criticar la protección que el general Primo de Rivera había dado a La Caoba, la famosa bailarina cocainómana y, por avatares del destino, sería desterrado junto con Unamuno a la isla de Fuerteventura, para de allí huir a Francia. Aquella forzada convivencia sería tormentosa y Unamuno terminaría odiándole privada y públicamente, sin disimulo).

El día 25 de febrero, Unamuno partió para Salamanca tomando el tren de Madrid, en medio de una clamorosa despedida de un viaje inolvidable. Una vez en la capital charra, Monmeneu publicó el discurso de Unamuno en la revista Tribuna Médica y le envió un ejemplar mecanografiado de la transcripción taquigráfica. Unamuno hizo algunas correcciones para que lo publicara. Le encargó que le enviara doce ejemplares “para mis amigos más conscientes, que no son muchos”. Recibió veinticinco y, de nuevo, escribió otra carta a Monmeneu para pedirle que enviara más ejemplares a la Librería Calón de Salamanca para la venta.

 

6.- LA HOSTILIDAD DE LA PRENSA CONTRA UNAMUNO

Los periódicos del momento reaccionaron apasionadamente a la conferencia de Unamuno en Valencia. Para los diarios republicanos El Pueblo y El Radical, la figura de Darwin era la de un científico revolucionario que había destruido los mitos de la Revelación. Según ellos, la conclusión a la que Unamuno llega es que el catolicismo era el gran obstáculo para el desarrollo de las ideas y que la única esperanza de progreso en España pasaba por descatolizase. Por su parte, los rotativos de índole tradicional y conservadora respondieron de forma furibunda, como La Región, que decía: “Unamuno resulta que es Unamona”. He aquí algunos ejemplos más.

El Liberal.

“Era el más indicado para celebrar a Darwin, el propugnador de las glorias del mono, por su patronímico simiesco: Unamuno, Unamono, Unamona. Con el procedimiento de Unamuno la derivación de hombre a la selva es cosa segura e infalible. Ya no sabe cómo adquirir notoriedad y nombradía. Quiere enmendar la plana a Darwin haciendo que los monos desciendan del hombre”

El Tradicional.

“Si don Miguel se empeña en pertenecer al árbol genealógico darwiniano, allá se las haya. Donde se elimina la Teología, nace la Zoología. De buena gana contribuiríamos a una suscripción para enjaularle en cualquier parque zoológico y señalarle una renta de cocos. En aras de la originalidad y extravagancia suelta teorías ridículas”.

La Semana Católica.

Publicó el artículo Un homenaje al diablo, calificando las ideas de Darwin de “monstruosa teoría”, y comentaba: “Para la velada han pedido flores al Ayuntamiento, que las ha concedido de muy buena gana. ¡No faltaba más! Siendo librepensadora la mayoría”.

El Universo.

Calificó el acto de “prostitución” de la Universidad de Valencia. “El Rector de Salamanca soltó al respetable público una serie de atrocidades, sacadas todas de su cabeza, que no tenían la más leve relación con Darwin, ni con sus hipótesis científicas. Ni la ciencia, ni la libertad de la cátedra, tienen nada que ver con las chocarrerías de Unamuno, con sus blasfemias y propagandas de mitin anticlerical… Llamar a Unamuno, profesor de lenguas clásicas, para que hablara sobre Darwin era como invitar al director del jardín botánico a pronunciar una conferencia acerca de la Ilíada”. Y, finalizaba: “Llamamos la atención del señor ministro de Instrucción pública para que, por el prestigio y seriedad del Magisterio, y para que los Centros de enseñanza no se utilicen como centros de reunión donde se infrinja el Código con ataques a los dogmas de la religión del Estado, tome las medidas necesarias a fin de que el hecho no quede sin correctivo, ni vuelva a repetirse”.

La sociedad se vio polarizada y ello repercutió en la falta de libertad que en lo sucesivo tendrían los científicos darwinistas en sus investigaciones, como sucedió con Pelegrín Casanova. Muchos que eran ajenos a la política, se vieron envueltos en ambientes republicanos y librepensadores para poder continuar su labor. Buena muestra fue la amplia nómina de ellos que ingresó en la Institución Libre de Enseñanza.

 

7.- ANÉCDOTAS DE MIGUEL DE UNAMUNO EN VALENCIA

Una de ellas deja constancia indubitada de que Unamuno era un personaje por naturaleza contradictorio. Cuatro años más tarde, en su obra El sentimiento trágico de la vida, afirmó que la Iglesia “se opuso a Darwin, e hizo bien, porque el darwinismo tiende a quebrantar nuestra creencia de que es el hombre un animal de excepción, creado expreso para ser eternizado”.

Otra se refiera a un relato del filólogo Rafael Ferreres Fiurana sobre el fotógrafo Vicente Gómez Novella, con un ganado prestigio muy consolidado en su estudio en la calle de la Paz de Valencia, local que se había convertido en punto de reunión de los más afamados artistas y literatos. Novella retrató a todas las personalidades que pasaban por Valencia, entre ellas, Unamuno. Y contaba que, en uno de aquellos actos, el Rector se sentó en un sillón frailero con una cruz repujada en el respaldo para que Novella le sacara una fotografía. Como la prensa estaba informando de que aquella celebración era un festejo anticlerical, el fotógrafo le advirtió que la cruz saldría en el retrato. Unamuno se molestó por la innecesaria observación y sacó debajo de su chaleco su inseparable crucifico para mostrárselo.

(Se trataba de una cruz que siempre llevaba en el bolsillo, regalo de su hermana Susana cuando ingresó como monja en un convento de Logroño. Hay que recordar que en el Palacio de Anaya de La Universidad de Salamanca existe una estatua del Rector realizada por Victorio Macho, descubierta ante Niceto Alcalá Zamora, primer presidente de la República, con motivo de su jubilación, que lleva una cruz en el pecho según lo que Unamuno señaló al escultor).

Irritado el Rector contra Novella, empezó a teorizar sobre el arte fotográfico: “El fotógrafo debe ser como un cazador, que coge la presa desprevenida, dispuesta a dejarse cazar”, le decía en tono didáctico. Se puso en posición y le dijo que disparara. Novella le contestó que no era necesario, que ya hacía un rato que le había sacado la instantánea. Sorprendido y malhumorado por la inesperada respuesta, Unamuno tuvo palabras despectivas sobre el retrato, diciendo que no le interesaba.

A Novella le molestó aquella actitud prepotente de Unamuno y se prometió a sí mismo no regalarle el retrato si no se le pedía perdón expresamente. La fotografía resultó magnífica y se la mostró. Al verla, Unamuno no se atrevió a pedírsela para no reconocer su equivocación. Sin embargo, le dijo: “A Concha, mi mujer, le gustaría mucho tenerla”. La estuvo contemplando un rato y volvió a repetírselo. Pero Novella no dio su brazo a torcer. No se la regaló y rompió el cliché. No obstante, quedaron dos copias en manos privadas.

(Foto portada. Charles Darwin)

 

 

Miguel de Unamuno

 

Doctor Peregrín Casanova Ciurana

 

Multitudinario acto de celebración en el Centenario de Charles Darwin. Paraninfo de la Universidad de Valencia. 1909 (uv.es)

 

Antigua Facultad de Medicina de Valencia

 

Placa conmemorativa del Centenario de Darwin

 

Escultura de Victorio Macho

 

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