Federico García Lorca en Salamanca
EN 1916, GARCÍA LORCA LLEGABA A SALAMANCA EN UN VIAJE DE ESTUDIOS PROMOVIDO POR SU PROFESOR MARTÍN DOMÍNGUEZ BERRUETA. ENTONCES NO ERA POETA, SINO UN BUEN PIANISTA.
1.- La estancia de García Lorca en Salamanca
2.- La Universidad de Salamanca, dividida
3.- El acto académico en la Universidad
4.- Martín Domínguez Berrueta y Miguel de Unamuno
5.- La destitución de Miguel de Unamuno como Rector
6.- Reseña de Domínguez Berrueta de su viaje a Salamanca
7.- La ruptura de García Lorca con Domínguez Berrueta
1.- LA ESTANCIA DE GARCÍA LORCA EN SALAMANCA
Era el 21 de octubre de 1916 cuando un joven y desconocido Federico García Lorca llegaba a Salamanca en compañía de sus compañeros de estudios Luis Mariscal Parado, Ricardo Gómez Ortega, Francisco López Rodríguez y Rafael Martínez Ibáñez. Los cinco habían obtenido la calificación de Matrícula de Honor en la asignatura de Teoría de la Literatura y de las Bellas Artes de la carrera de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, cuyo catedrático, el salmantino Martín Domínguez Berrueta, les acompañaba en un viaje cultural a través de Galicia y Castilla y León.
Su fin era conocer en la realidad aquellos monumentos que aparecían en sus libros de texto, el barroco, el gótico y, sobre todo el románico inexistente en Andalucía. Se trataba de un nuevo método didáctico, llamado “Excursión de Investigaciones Artísticas”, basado en los postulados de la Institución Libre de Enseñanza, a cuyos métodos Berrueta estaba vinculado.
El grupo universitario llegaba a las nueve de la mañana en el tren de Medina del Campo, procedente de Ávila, ciudad donde habían permanecido el día anterior visitando la Catedral y el convento de San Vicente. En el andén les aguardaba el vicerrector de la Universidad, Enrique Esperabé de Arteaga.
El recibimiento resultó gélido en comparación con el otro viaje que habían realizado ese mismo año por Andalucía, en el que el poeta Antonio Machado les había proporcionado una entusiasta acogida en su instituto de Baeza, donde era titular de Francés. Resultaba paradójico porque Berrueta había cursado Filosofía y Letras en la Universidad salmantina y en ella fue profesor auxiliar bajo el rectorado de Miguel de Unamuno.
2.- LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA, DIVIDIDA
Tras instalarse en el Hotel Comercio, junto a la Plaza Mayor, los excursionistas emplearon aquel fin de semana en recorrer los monumentos de la ciudad que tan bien conocía Domínguez Berrueta, un excepcional mecenas. Prácticamente, lo vieron todo, incluido el convento de clausura de las Dueñas, con un permiso especial del Obispado, el que antes le había negado al pintor Joaquín Sorolla.
Pronto supieron los estudiantes por qué el nombre del lugar del hotel donde se hallaban alojados se llamaba Plaza de los Bandos. Sencillamente, porque en tiempos de los Reyes Católicos la ciudad se hallada dividida en banderías, grupos de nobles enfrascados en violentas pugnas.
Pero no sólo se trataba de un recuerdo histórico, sino una constante en la vida salmantina, que ellos mismos experimentaron en primera persona. Ahora se trataba del enfrentamiento entre el nuevo equipo rectoral y Unamuno, injustamente destituido de su cargo como Rector por motivos políticos.
3.- EL ACTO ACADÉMICO EN LA UNIVERSIDAD
La prensa local había anunciado la presencia de los granadinos en Salamanca, invitando a estudiantes y ciudadanos a que acudieran al acto académico que tendría lugar el lunes en el paraninfo del edificio histórico de la Universidad, después de visitar La Flecha, el lugar a orillas del Tormes que inspiraba la poesía de Fray Luis de León.
Pero a la invitación apenas acudieron algunas personas. Junto a los cinco universitarios, allí se hallaban el Rector, Salvador Cuesta Martín, el Vicerrector Enrique Esperabé y Pascual Meneu. Meneu, era catedrático de Hebreo y arabista, muy amigo de Unamuno, con quien había practicado el excursionismo por lugares como Zamora, Benavente, y los monasterios de Moreruela y Santo Domingo de Silos durante las vacaciones de Semana Santa de los años 1911 y 1914.
Meneu abrió el acto lamentando que no hubieran asistido otros catedráticos y alumnos, sin duda debido a las tensiones existentes en la Universidad en ese momento. Domínguez Berrueta se sintió molesto y víctima de aquellos enfrentamientos que deslucían el acontecimiento y hábilmente contestó: “No vengo a enseñar a Salamanca, sino a aprender. En la propia patria tengo el deber de ser mudo. Es mejor que hablen mis obras”. Por otra parte, sabía que sus métodos, los de la Institución Libre de Enseñanza, no eran aceptados por las Universidades convencionales, porque los docentes trataban de igual a igual a los alumnos, y eso era muy novedoso y arriesgado para la época.
Continuó Luis Mariscal, que demostró sus dotes literarias en su elogio a los poetas de la tierra que había estudiado a través de Berrueta: Gabriel y Galán, Fray Luis de León, Cándido Rodríguez Pinilla y el grupo del llamado Parnaso de Salamanca. Le siguieron los demás. Ricardo Gómez Ortega adoptó un tono que chirriaba con la ocasión, pronunciando frases como “el pueblo español no es religioso, a pesar de lo cual, tuvo músicos como nacen las flores en un muladar”, que no cayeron bien en aquella reducida audiencia. Por su parte, García Lorca, que en esos momentos no era escritor, sino músico, interpretó al piano una pieza granadina que él mismo había compuesto. Transcurridos aquellos tres días, Lorca escribe a sus padres y les comenta que había tocado el piano en la casa del Rector y que éste les invitó a “vino, dulces y tabaco”. (Recordamos que en ese momento el Rector era el abulense Salvador Cuesta, no Unamuno).
4.- MARTÍN DOMÍNGUEZ BERRUETA Y MIGUEL DE UNAMUNO
El profesor Martín Domínguez Berrueta es uno de los tantos ilustres personajes olvidados que ha tenido Salamanca. Antes de integrar la nómina de docentes de la Universidad, había completado sus estudios en Estados Unidos y realizado una tesis sobre el misticismo de San Juan de la Cruz, que publicó en la Imprenta Calatrava, una editorial de nueva creación del Obispo Padre Cámara, quien también había fundado el diario tradicionalista El Lábaro, del que le hizo director. Berrueta tuvo que defender las líneas ultramontanas del prelado, que se obcecaba con los miembros más liberales de la Universidad, como el penalista Pedro Dorado Montero y el propio Unamuno.
Berrueta tuvo enfrentamientos con los sectores más conservadores, pues para él la separación de la Iglesia y el Estado era algo insoslayable, lo que le hizo dimitir de la dirección del periódico a los tres años. También los tuvo con Unamuno, pues pretendía la internacionalización de la Universidad, cuando el lema del entonces Rector era el opuesto: “Había que españolizar Europa”. Las relaciones de ambos fueron difíciles, porque sus caracteres eran muy parecidos en cuanto a su tozudez. Esta circunstancia no fue óbice para que más tarde entre ellos hubiera buena armonía pues, a la postre, eran dos librepensadores de difícil sometimiento.
Unamuno era partidario de que fuera suprimida la Ley Moyano que imponía la inspección de los Obispos sobre la enseñanza, considerando que “las armas peligrosas no deben ser arrinconadas sino destruidas”. Y denunciaba el método de enseñanza de muchos profesores, que se limitaban a recitar lo que el alumno puede leer en un libro, indicando que mientras subsistiera tal costumbre no había razón justa para exigir a un alumno la asistencia a clase, ya que, entendía él, en su casa podía adquirir más cómodamente los conocimientos que se le daban en clase. Berrueta compartía ambos postulados. Así las cosas, en 1911 Domínguez Berrueta se trasladó a la Universidad de Granada donde consiguió una cátedra.
5.- LA DESTITUCIÓN DE MIGUEL DE UNAMUNO COMO RECTOR
El 20 de agosto de 1914, estando la Universidad salmantina cerrada por las vacaciones de verano, Unamuno fue depuesto de su cargo por el Ministro de Instrucción Pública, Francisco Bergamín, siendo sustituido por Salvador Cuesta Martín, catedrático afín al Obispo. Al comienzo del siguiente curso, el 15 de setiembre, tuvo lugar la primera sesión del claustro de profesores y, una vez declarada abierta por el nuevo Rector, Unamuno pidió la palabra diciendo: “Yo, que soy, más que el Rector saliente, el Rector echado…”. De inmediato, Cuesta le quitó la palabra llamándole “insolente”, expulsándole de la sala, de la que salió acompañando por otros cuatro catedráticos.
El profesorado quedó dividido y los estudiantes unánimemente apoyaron a Unamuno convocando manifestaciones y algaradas. Ese fue el motivo por el que cuando Domínguez Berrueta llegó dos años después a Salamanca con sus cinco alumnos, entre los que se hallaba García Lorca, gran parte del profesorado y de la ciudadanía salmantina hizo el vació a aquel evento universitario y a la programación del equipo rectoral.
6.- RESEÑA DE DOMINGUEZ BERRUETA DEL VIAJE A SALAMANCA
A su retorno a Granada, Berrueta publicó en Lucidarium, la revista de la Facultad de Letras de la Universidad de Granada que él mismo dirigía, una reseña del viaje realizado en la que menciona el recital de piano de García Lorca y el encuentro informal que tuvieron con Unamuno, del que la prensa no se hizo eco. También aparece publicado el poema ¿El último canto?, que éste le envió y posteriormente incluyó en su libro Teresa.
Lucidarium contaba con la participación de Antonio Machado con sus Proverbios y Cantares, diez poemas dedicados a Berrueta, “maestro y amigo”, luego incluidos por Espasa-Calpe en la obra Poesías Completas. Machado mostraba en público su gran entusiasmo por los métodos didácticos de Berrueta hasta el punto de causarle a éste algún conflicto. Machado escribió en El País un artículo titulado Granada, el doctor Berrueta en el que decía: “Propone un plan de estudios, temas concretos de investigación, y, reservándose una parte de obrero, asigna a cada uno de sus discípulos aquella labor más en armonía con sus gustos…”. Esta frase provocó las iras del padre Andrés Manjón, burgalés de Sargentes de la Lora, que era catedrático de Derecho Canónico y persona muy popular en Granada por su oposición a la escuela laica. Manjón lanzó una campaña de desprestigio contra Berrueta, secundada con la persecución contra él por parte de la población granadina más conservadora.
7.- LA RUPTURA DE GARCÍA LORCA CON DOMÍNGUEZ BERRUETA
Luis Mariscal, uno de los compañeros de Lorca, implícitamente, da muestras en su obra Nuestra Excursión Cultural de lo decepcionante de aquel viaje, porque omitía las actividades que mantuvieron. Tan sólo da relación de los monumentos que visitaron en un tono muy pesimista: “Esta es la maldición de Salamanca: teniendo tantos modelos ante sus ojos, destruye y destruye y no sabe edificar, no ve lo que tiene delante, no entona a su ambiente y edifica junto a un palacio monumental una monísima casita de playa”.
García Lorca hace lo propio en su libro Impresiones y Paisajes, el único que escribió en prosa, publicado en 1918 por Paulino Ventura Traveset. Dicha composición tenía la apariencia de un relato de viajes, pero no daba ninguna descripción de los lugares que mencionaba. En realidad, era un mero ejercicio de escritura onírica y estética que daba paso a la lírica, a la poesía que sería en adelante todo su afán. Alguna alusión resultaba descorazonadora: “Recordemos la Salamanca ultrajada, con el palacio de Monterrey lleno de postes eléctricos, la casa de las Muertes con los balcones rotos, la casa de la Salina convertida en Diputación”.
En el relato no hizo ninguna mención de Domínguez Berrueta, su mentor, a pesar de que fue quien le imbuyó su devoción por la Literatura. Por el contrario, añadiría una conmovedora dedicatoria a su profesor de piano, Antonio Segura Mesa, que acababa de fallecer. Lorca se hallaba tan afectado que, después de una conversación que tuvo con el compositor Manuel de Falla, abandonó la música y la idea de ampliar sus estudios musicales en Paris.
Domínguez Berrueta se sintió ultrajado, porque Lorca había utilizado aquel viaje de estudios y el libro, para cuya publicación había recibido numerosas ayudas de sus compañeros, para rendir un homenaje a su profesor de música. Berrueta le echó de su casa cuando fue a llevarle un ejemplar y Lorca se mofó de él en la prensa local. Las relaciones quedaron rotas para siempre. Dos años después fallecía el profesor. Ya tarde, Lorca recapacitó y se lamentó del comportamiento que había tenido con él y así se lo expresó a su familia.
Comenzaba para él una nueva etapa de su vida, la poesía, la tertulia del Rinconcillo del Café Alameda de Granada y la amistad de un nuevo catedrático, Fernando de los Ríos. El 29 de mayo de 1932, Lorca volvió a ver esporádicamente a Unamuno en Salamanca, adonde fue acompañado por su amigo el diplomático chileno Carlos Morla Lynch y Rafael Martínez Nadal, que sería su albacea después de su muerte. En aquella ocasión dio una conferencia sobre La Arquitectura del Cante Jondo como colofón a la gira realizada por varias ciudades.
(Foto portada. Paraninfo de la Universidad de Salamanca)
Fundación García Lorca. La Fundación
Universo Lorca. García Lorca
Carnet de alumno de la Universidad de Granada
Profesor Martín Domínguez Berrueta
García Lorca con Domínguez Berrueta
García Lorca con Domínguez Berrueta en la Universidad de Salamanca
Federico García Lorca al piano
La única obra en prosa de Lorca
García Lorca, creador del grupo La Barraca
Grupo de Teatro Universitario ‘La Barraca’