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Francés de Zúñiga, bufón y cronista de Carlos V

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Francés de Zúñiga, bufón y cronista de Carlos V

 

 

DON FRANCÉS DE ZÚÑIGA ENTRETENÍA A CARLOS V COMO BUFÓN Y CRONISTA DE LOS HECHOS DE LOS CORTESANOS. LA MORDACIDAD Y LA CAUSTICIDAD DE SUS RELATOS LE COSTÓ LA VIDA

 

 

1.- El género bufonesco

2.- Notas biográficas sobre don Francés de Zúñiga

3.- El levantamiento de las Comunidades de Castilla

4.- El estilo sarcástico del bufón

5.- Don Francés de Zúñiga se retira a Béjar

 

 

1.- EL GÉNERO BUFONESCO

Cuando en 1518 el joven Carlos fue jurado Rey en Valladolid por los procuradores de las Cortes castellanas, el cronista y bufón don Francés de Zúñiga describió con sátira y mordacidad a cuantos acudían a besar la mano del monarca. Respecto de los representantes vallisoletanos no anduvo con remilgos: de Juan Rodríguez de Baeza dijo que “era un asno con modorra”; del comendador Santisteban, “un reloj que se van las pesas abajo”; de Gundínez, un pescado en escabeche para frailes”.

Estos epítetos los hizo extensivos a todos los que se acercaban al Rey. El salmantino Conde de Miranda parecía “un cordero mamón de Fontiveros”; el Conde de Aguilar, “un galgo que era llevado de caza por fuerza” y, el Marqués de Villena, que por su enfermedad iba en una silla de caderas, “era como un pato muy cocido o una liebre empanada”, o el segoviano Diego de Heredia, “que cuando hablaba se asemejaba a una gallina que quiere poner”.

El bufón confeccionaba su singular crónica con el deseo de agradar el Rey en todo momento. Por ello, relataba con mofa cualquier incidente, una chacota que molestaba a los personajes de la Corte, haciéndose granjearse una acerba enemistad: “Las calles se hallaban encharcadas de barros y lodos. Los procuradores fueron con el Rey hasta la Plaza, y de allí a Palacio, todos muy ricamente ataviados. El Marqués de Ayamonte iba cogido de la mano del Duque de Alburquerque que, como era corto de vista, le metió en un gran charco de lodo. El Rey se rió mucho y dijo de ellos que, metidos en el lodo, parecían dos osos macho y hembra que andaban a cogerse”.

Para el investigador José Antonio Sánchez Paso, la Corónica Istoria es la pieza maestra la literatura bufonesca europea. Pero, los precedentes ya se remontan al siglo XIII con Berceo. Dentro del marco de Castilla, el género se consolidó en el siglo XV con los juglares palaciegos que pusieron su inspiración al servicio de la Corte, como Alfonso Álvarez de Villasandino, Juan Alfonso de Baena y Antonio de Montoro.

Pasa al resto de Europa, con autores como Brant, Erasmo y Rabelais, y continúa en nuestro país con el anónimo del Lazarillo, el propio Cervantes y, posteriormente, con Quevedo. En todos ellos se da lo que los investigadores han denominado “la locura de la Literatura”, que se caracteriza por la búsqueda de la amenidad, procurando mantener un talante intelectual en el que la vidriosa realidad es rota, no con el mazo de la ficción, sino con la demencia lúdica.

El punto de inflexión de este género se localiza en el bienio 1524-25 en Valladolid en torno a la Corte de Carlos V, donde concurren otros cronistas que ejercen diferentes cometidos en las dependencias del Rey. Uno de ellos fue el doctor Villalobos, médico de la familia real, que escribe su Tratado de las Tres Grandes (la gran parlería o charlatinismo, la gran porfía y la gran risa). Otro, Fray Antonio de Guevara, del que se sabe que, en 1504, tomó los hábitos en el convento de San Francisco de Valladolid. Guevara era un hombre medieval y cerrado castellano que no toleraba las innovaciones, de las que hacía burla, parodiando el Humanismo y la erudición renacentista. Su composición Reloj de Príncipes, en la que el protagonista, Marco Aurelio, constituía el retrato del príncipe perfecto, causó los celos don Francés de Zúñiga, cuyo oficio era el de mero bufón en la Corte vallisoletana.

 

2.- NOTAS BIOGRÁFICAS SOBRE DON FRANCÉS DE ZÚÑIGA

La primera reseña sobre la vida del cronista cortesano don Francés de Zúñiga fue localizada por el filólogo alemán Fiedrich August Wolf, que en 1850 encuentra un manuscrito de la Corónica en la Biblioteca Real de Viena. Y la primera vez que las peripecias de este personaje castellano pasan a la imprenta es en 1885, un anecdotario carente de rigor que don Pascual de Gayangos publica en Biblioteca de Autores Españoles.

El avance determinante relativo a la investigación sobre el cronista tuvo lugar en 1909, año en que el académico don Juan Menéndez Pidal descubre una colección de cartas inéditas del bufón de Carlos V en el epistolario del Colegio de Santa Cruz de Valladolid. Posteriormente, la lingüista norteamericana Diane Pamp ha proporcionado nuevos apuntes con gran acierto en su Crónica Burlesca. En los últimos años, José Antonio Sánchez Paso ha hecho un amplio estudio del bufón bejarano en Crónica Burlesca del Emperador Carlos V. Por su parte, Oscar Rivadeneyra Prieto ha publicado la obra El Mayorazgo de don Francés de Zúñiga en la que aborda la constitución en escritura por el cronista de un mayorazgo sobre todos sus bienes en Castilla, una institución del antiguo régimen que fue causa de numerosos conflictos.

 

3.- EL LEVANTAMIENTO DE LAS COMUNIDADES DE CASTILLA

El bufón entra al servicio del Rey en 1522, como consecuencia de la crónica tendenciosa e interesada que realizó del conflicto de las Comunidades y fue del agrado de Carlos V. Don Francés se refiere a dicho periodo como una época caótica en el acontecer nacional, donde la debilidad política que supone la ausencia del monarca es aprovechada por todos los descontentos, para llevar adelante sus protestas por los extranjeros que se trajo de Flandes, a quienes dejó la regencia en menosprecio de los castellanos.

El cronista no manifiesta ningún acercamiento a las ideas de los comuneros, contra los que usa un lenguaje cargado de dureza. Por su propia función cortesana, se muestra fiel entusiasta de Carlos V, de manera que el regreso del monarca constituirá la panacea que pondrá paz y volverá las cosas a su sitio.

El levantamiento de las Comunidades que se inicia en Segovia en mayo de 1920 con el asesinato de Rodrigo de Tordesillas, procurador de la ciudad, al regreso de éste de las Cortes de Santiago de Compostela, es contado con muchas cautelas y omisiones. En la primavera de 1521 se encuentra en la toma de Tordesillas y en la victoria imperial de Villalar. Un años después, relata con especial atención el sometimiento del último reducto comunero en Toledo. Su fidelidad es recompensada por Carlos V poniéndoles a su servicio y otorgándole la citada facultad real de fundar mayorazgo en favor de su hijo, Álvaro de Zúñiga.

 

4.- EL ESTILO SARCÁSTICO DEL BUFÓN

En 1524 narra con todo lujo de detalles el viaje que realizó a Tordesillas, acompañando al Duque de Béjar, para concertar la boda de la infanta Catalina con el rey Juan III de Portugal y la despedida ofrecida por Carlos V, así como la partida del séquito real para Badajoz el 3 de enero de 1525, un azaroso viaje que duró más de un mes.

Francés de Zúñiga relata lo que acaeció cuando Doña Catalina pasó con su séquito por Peñaranda, camino de Portugal, y el extraño recibimiento que le ofreció Juan de Bracamonte, el cual iba a caballo y con espuelas de acicate, acompañado de cuatro criados a la jineta con caperuza de paño azul, entre los que iba un paje de lanza con tahelí, una porra de armas y un almaizal ceñido. A un tiro de ballesta, todos arremetieron en turba dando grandes voces. Con el tropel de los caballos, las mulas se espantaron, cayendo la Reina en un charco y quedando la Marquesa que le asistía colgada de un pie de la angarilla. Muy enojado el embajador, don Jorge de Portugal, llamó al de Bracamonte “don Bracanada” y le amenazó con quitarle el mercado de Peñaranda del que su Casa obtenía sustanciosos ingresos de las gentes de la comarca.

El bufón da a conocer su Corónica Istoria en Valladolid en 1527 con una rápida una rápida divulgación, con la que alcanzó gran éxito y repercusión. La obra le acarreó gloria y disgustos, golpes, amenazas e insultos, al verse ridiculizada toda la nobleza castellana de forma despiadada.

Temiendo por su seguridad física, se refugia en el Palacio del Duque de Béjar, desde donde escribe una carta el Rey pidiéndole que le permita retirarse y que le conceda una pensión para vivir. Es un momento duro para don Fránces de Zúñiga, que se siente acabado y frustrado. En la Corte sólo tiene enemigos que han visto parodiada su imagen, ridiculizados precisamente cuando todos luchan en busca de beneficios y prebendas personales.

A los pocos meses vuelve a Valladolid y continúa con su obra. En 1527, se haya junto al Rey en el nacimiento de su hijo Felipe: “Cuando el emperador salió a anunciarlo a los nobles, éstos saltaron como gamos sobre la hierba”. Y relata el bautizo real en el convento de San Pablo, oficiado por el Arzobispo de Toledo, mientras que el futuro rey era mantenido en brazos por Iñigo Velasco, Condestable de las Cortes, y el Duque de Alba. Algunos días después hizo aparición la peste en Valladolid. “Los villanos morían de pestilencia y los cortesanos de hambre·, decía el bufón. La Corte se dispersó por la Tierra de Campos y la familia real se dirigió a Palencia para pasar el verano y, posteriormente, a Burgos en el mes de octubre».

 

5.- DON FRANCÉS DE ZÚÑIGA SE RETIRA A BÉJAR

En 1528, la Corte se traslada a Madrid. Don Francés abandona la redacción de la Corónica y empieza a oscurecerse su persona, hasta que en 1529 pierde definitivamente el favor del Rey, por una desafortunada broma que el bufón hizo en su presencia. Ello le obliga a cerrar la Corónica dando noticia del viaje de Carlos V a Italia en julio de ese año.

De nuevo, se retira al palacio del Duque de Béjar por temor a las represalias de los nobles escarnecidos por sus constantes sátiras hacia ellos. En 1521, fallece el Duque, su protector durante treinta años. Consigue de su viuda el cargo público de Alguacil Mayor de Béjar, Pero, a los cuatro meses, fue acuchillado en plena calle, se dice que como consecuencia de un Grande de Castilla agraviado por la Corónica. Herido de muerte, don Francés llegó a su casa. Y cuando su esposa el peguntó qué ocurría, el bufón le contestó: “No es nada señora, sino que han muerto a vuestro marido”.

Según Diane Pamp, los motivos que impulsaron a don Francés a escribir su Corónica Istoria fue la necesidad de comer sencilla y aplastante. Así lo reconoce el autor en el prólogo de presentación que dirige a Carlos V: “La escribo porque Dios Nuestro Señor me da a entender que ésta es una buena manera de buscarme la vida”. José Antonio Sánchez Paso no ve en la Corónica ningún propósito de historiar. Bajo la apariencia de lo histórico hay un entramado cómico: la burla grotesca que carece de proyecto narrativo. Su fin es que sea leída por un por un círculo muy restringido, el Rey y sus allegados, como entretenimiento de cámara. Sus dardos se clavan contra aquellos que no fueran del agrado del monarca, como los comuneros o la nobleza castellana.

Mantiene la distancia respecto de los cortesanos para poder ejercer su oficio cómodamente. Su actitud es la característica de un nuevo rico, la de un desheredado que triunfa en una sociedad que le es hostil. La Corónica es el resultado de un agudo observador de la realidad, que sabe transfigurarlo todo con su espejo deformador. Y esa labor denunciadora de los personajes de la Corte hará que deba poner tierra por medio en repetidas ocasiones.

Hoy su lectura se hace difícil y farragosa. Sánchez Paso afirma que “ahora se pierde la referencia. Sería como leer libros de Francisco Umbral desconociendo el contexto”. Por otra parte, no es partidario de realizar una transcripción al lenguaje actual, ya que “la grafía moderna no ayudaría a la comprensión de la obra y es preferible conservar el arcaísmo por su valor lingüístico”. La aportación de Sánchez Paso ha sido decisiva a la hora de fijar el texto con criterios filológicos, así como la biografía del bufón. Pero, como él mismo manifiesta, “la investigación no está ni mucho menos agotada”.

(Portada.  ‘Bufón’. William Merrit. 1875)

 

 

Carlos V en Yuste

 

Palacio Real de Valladolid

 

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