Ermitas desaparecidas en la comarca de Peñaranda de Bracamonte
EN TODOS LOS PUEBLOS DE LA COMARCA DE PEÑARANDA EXISTÍA UNA O VARIAS ERMITAS QUE HAN IDO DESAPARECIENDO CASI EN SU TOTALIDAD, UN PATRIMONIO CULTURAL INESTIMABLE
En un centenar puede estimarse el número de ermitas que han desaparecido en la comarca de Peñaranda de Bracamonte en los últimos años. Esos mudos testigos de la fe que profesaron sus antepasados se han ido difuminando con el paso del tiempo por efecto de la política desamortizadora, unas veces, y la desidia de sus regidores, otras. Una a una, han ido cayendo esas construcciones que albergaban valiosas imaginerías, preciosos retablos y piezas de oro y plata.
Primeramente, debieron sufrir una época en la que desaprensivos, ignorantes y avispados vendían todo aquello de valor que encontraban en los templos a su cargo con el fin de sacar un dinero que, en el mejor de los casos, eran para realizar obras en el edificio.
Posteriormente, llegó el momento dorado de los amigos de lo ajeno. La escasa protección que tienen los objetos, el exceso de confianza de las gentes de los pueblos y los nulos escrúpulos de otros, llevaron a poner en bandeja la ocasión a los traficantes de obras de arte. Así desaparecieron imágenes, cuadros, retablos, cálices, candelabros e incensarios, entre otros objetos de valor, muchos de ellos, donados durante siglos por los propios feligreses.
En la actualidad, vivimos en la etapa del arruinamiento de las iglesias de la comarca, unas veces ante la impasividad de la Administración; otras, a la escasez de recursos destinados a impedirlo. Gran cantidad de goteras y techos que se hunden, componen un panorama preocupante.
Encontrar hoy una ermita en la comarca de Peñaranda que cumpla sus funciones para el culto constituye una excepción. Si alguna queda es gracias a la arraigada devoción de los fieles, que han mantenido contra corriente la costumbre de celebrar romerías. Ejemplos de esta singularidad se producen en Alaraz, Paradinas de San Juan y Cantalapiedra. La primera, cuenta con la ermita del Santo Cristo del Monte, a la que toda la población se desplaza dos veces al año. La segunda con la de Nuestra Señora del Hinojal, modesta, pero bien cuidada. Y en Cantalapiedra está la ermita de la Virgen de la Misericordia. Las tradicionales fiestas anuales las mantienen en pie.
Aparte de éstas, la relación de las que ha sido demolidas es realmente estremecedora. En Peñaranda existió la de Nuestra Señora de las Viñas, aneja al convento de San Francisco del que no queda recuerdo. Algo similar cabe decir en Villoruela de la ermita de Nuestra Señora de la Vega, una virgen que fue disputada con la vecina Villoria. En Villar de Gallimazo hubo dos ermitas, las de San Juan y la Vera Cruz; en Villaflores, Nuestra Señora del Carrascal; la de San Miguel en Tordillos; San Silvestre en Poveda de las Cintas; Santa Ana en Nava de Sotrobal: las de San Sebastián y Nuestra Señora del Juncal en Pedroso de La Armuña, o las de San Boal y San Sebastián en Tarazona de Guareña.
En Cantaracillo, aún perviven dentro de la localidad los restos mudéjares de la ermita de la Vera Cruz, una de la tres que existían. En Santiago de la Puebla, puede observarse un arco de la ermita de San Blas, también mudéjar, pero hubo otras tres, Nuestra Señora del Arrabal, San Pedro y San Benito. Cordovilla se quedó en 1982 sin iglesia parroquial por la orden de demolición del Obispado y en su lugar hoy aparece una magnífica plaza en el centro del pueblo.
La parroquia de San Martín de Villoria también fue destruida en 1863. Sufrió un denigrante expolio. De cinco retablos, el mayor fue a Valdecarros, dos a la ermita del Cristo de Hornillos y los otros dos al actual templo de San Pedro. Su rica platería desapareció por completo y las piedras sirvieron para construir una escuela.
En Rágama no se encuentran ni los cimientos de lo que fue el convento de Virtudes, algunas de cuyas imágenes quedaron depositados en la parroquia de El Salvador. Y, en cuanto a la iglesia del poblado de Riolobos, anejo de El Campo de Peñaranda, perdura convertida en un granero de propiedad particular. Así las cosas, el paso del tiempo continua su inexorable labor destructiva a la espera de puntuales intervenciones de la Administración, como ha sido la restauración del artesonado mudéjar en Rágama.
(Foto. Ermita de San Blas. Santiago de la Puebla – arteyreligion.es)
Ermita de Nuestra Señora de las Viñas, junto al convento de San Francisco. Peñaranda