Cristóbal Colón en Castilla
¿RECIBIÓ APOYO CRISTÓBAL COLÓN EN SALAMANCA?
1.- Cristóbal Colón es recibido por los Reyes Católicos
2.- La Corte “itinerante” de Castilla
3.- La Junta de Salamanca.
4.- Las deliberaciones de los sabios
5.- Las Capitulaciones de Santa Fé
6.- Últimos años de Cristóbal Colón en Valladolid
1.- CRISTÓBAL COLÓN ES RECIBIDO POR LOS REYES CATÓLICOS
Siguiendo las indicaciones que, en septiembre de 1485, fray Antonio de Marchena le había dado, Cristóbal Colón se dirigió a la Corte, que en esos momentos se hallaba en Córdoba, para entrevistarse con fray Hernando de Talavera, confesor de la Reina Isabel. Este monje jerónimo le abrió la puerta a personajes relevantes, como el asturiano Alonso de Quintanilla, Contador Mayor de Castilla, que habitualmente residía en Valladolid, y Pedro González Mendoza, Arzobispo de Toledo, quienes le facilitarían la concesión de una audiencia con la Reina para que pudiera exponerle sus planes marítimos y comerciales a través del océano ignoto.
Los Reyes Católicos no tenían una sede fija. Estaban pendientes de la toma de Granada para cerrar la Reconquista de la península y de los diferentes conflictos hispanos que continuamente surgían. Era una Corte «itinerante». Por esta razón, el encuentro de Colón con los Reyes no tiene lugar hasta el día 20 de enero de 1486 en Alcalá de Henares. Allí les mostró su plan para abrir una línea marítima directa a Oriente a través del Mare Tenebrosum y les dio a conocer las contraprestaciones que pretendía, las mismas que fueron rechazadas por el Rey de Portugal. Los monarcas se interesaron por su exposición y prometieron estudiarla. Pero el momento no era el más oportuno por el gran gasto que les estaban suponiendo las frecuentes guerras.
El cronista extremeño Andrés Bernáldez, que escribió la Historia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, tuvo alojado a Colón en su casa de Los Palacios (Sevilla) y recogió sus manifestaciones de primera mano, según las cuales: “Les hizo una relación de su imaginación, a la cual tampoco daban mucho crédito, y él les platicó y dijo ser cierto lo que les decía, y les enseñó el mapamundi, de manera que los puso en deseos de saber de aquellas tierras”. Bernáldez también le oyó decir, sin dejar lugar a dudas, que “era de tierra de Génova”.
2.- LA CORTE “ITINERANTE” DE CASTILLA
Quedando pendiente de la respuesta real que nunca llegaba, se vio obligado a seguir a la Corte allí donde estuviera, con la traba de que carecía de medios y dependía de la hospitalidad de los demás. Sirva de ejemplo de la trashumancia el siguiente itinerario. De Alcalá de Henares parten hacia Madrid, luego, Colmenar, Guadarrama, Segovia (para algunos autores la ruta siguió por Valladolid), Medina del Campo y Salamanca, donde descansaron desde el 6 al 11 de marzo de aquel año de 1486.
En esta ciudad conoce al dominico toresano Diego de Deza, que le brindó su decisiva ayuda. La comitiva continuó hasta Alba de Tormes, entrando así en las tierras del Duque de Alba, García Álvarez de Toledo, por Piedrahita y El Barco de Ávila, para continuar por Béjar, Plasencia y el Real Monasterio de Guadalupe, donde los Reyes se quedaron otros tres días. Y siguieron atravesando Extremadura hasta regresar a Córdoba para preparar al asedio a Granada.
En aquel verano surgió otro conflicto que continuó demorando la decisión real. Los Reyes tuvieron que desplazarse con urgencia a Galicia para aplacar una revuelta que se había producido en La Coruña. Los señores del lugar no aceptaban que los monarcas entregaran la ciudad al Conde de Benavente, ya que no pertenecía más que a los Reyes. Su estatus era de realengo y querían seguir manteniéndolo. Colón siguió nuevamente al cortejo real por numerosos lugares castellanos, como El Espinar, Nava de San Antonio, Arévalo, el convento de Mejorada de Olmedo, Puente Duero, Simancas, el monasterio jerónimo del Prado de Valladolid, Castromonte y Medina de Rioseco. El genovés aguardó en este último lugar al regreso de los Reyes, que continuaron hacia Benavente, Santiago de Compostela y La Coruña, reencontrándose con el séquito dos meses después en el monasterio zamorano de Montamarta para proseguir hasta Salamanca.
3.- LA JUNTA DE SALAMANCA
Esta vez, la permanencia en la capital charra fue duradera, desde el 2 de noviembre de 1486 hasta el 30 de enero de 1487. Sabemos lo que aconteció por el historiador fray Antonio de Remesal, dominico del convento de San Esteban, que en 1619 publicó en Madrid su Historia General de las Indias Occidentales, donde señalaba: “Vino a Salamanca a comunicar sus razones a los maestros de Astrología y Cosmografía, que leían estas facultades en la Universidad. En el convento se hacían las juntas de los astrólogos y matemáticos, allí proponía Colón sus conclusiones y las defendía”.
La reina Isabel encomendó a fray Hernando de Talavera la creación de una Junta de personas idóneas que dilucidaran sobre las propuestas de Colón. Talavera había ingresado como monje jerónimo en el convento de San Leonardo de Alba de Tormes; luego, en el del Prado de Valladolid, del que fue prior. Estudió Teología y fue profesor en la Universidad salmantina y Obispo de Ávila. En su austeridad impuso a los monjes que, como él, fueran siempre a pie y no en mulo. Y por su severidad, confesaba a la Reina haciéndola poner de rodillas, mientras él permanecía de pie. Esa ortodoxia en su carácter fue la que hizo que los Reyes le nombraran primer Arzobispo de Granada.
Talavera contó con Diego de Deza, prior del convento de San Esteban, catedrático de la Universidad y preceptor del Príncipe Juan, hijo de los Reyes. Desde su ingreso en el convento dominico de San Ildefonso de Toro, Deza mostró curiosidad por la Astrología. Había estudiado con fruición la obra Sphera del dominico italiano Leonardo Dati, basada en el uso de la brújula marina, y los planos que incluían información sobre puertos, islas y tierra firme. Por otro lado, compartía sus inquietudes con los frailes del convento salmantino que llegaron a tener un conocimiento cosmográfico de la tierra superior al de la propia Universidad.
Entre otras personalidades que conformaron la Junta se contaba el cardenal Pedro González de Mendoza, promotor y mecenas del Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid; el Contador Alonso de Quintanilla, que ya conocía a Colón; Luis de Santángel, prestamista dispuesto a financiar la empresa; Juan Cabrero, asistente del rey Fernando (estos dos últimos provenientes de la Corona de Aragón) y Rodrigo Maldonado de Talavera, señor de Babilafuente y catedrático en Leyes en la Universidad salmantina.
4.- LAS DELIBERACIONES DE LOS SABIOS
Colón quiso exponer su plan a los doctores de la Universidad, “comunicarles sus razones”, pero las rechazaron alegando que las distancias que había calculado eran excesivas para el mundo conocido. Sin embargo, la actitud de Diego de Deza fue distinta, no sólo dándole todo tipo de facilidades en su estancia en Salamanca, sino proporcionándole sustento literalmente, pues el marino carecía de recursos. Le dio aposento en la finca Valcuevo, en el camino de Ledesma, lugar de retiro de los frailes donde en verano se refugiaban de los rigores del calor recibiendo el frescor del río Tormes.
En Valcuevo y en la antigua Sala Capitular del convento de San Esteban Colón defendió incansablemente sus posiciones. Así lo narraba el historiador dominico Juan de Araya en su obra Historia del Convento de San Esteban de Salamanca: “Detúvose largo tiempo aposentado en el convento, y asistiéndolo éste en todo lo necesario para su persona y viajes, casa del término de Valcuevo para hacer observaciones en ella, teniéndose al mismo tiempo largas y frecuentes conferencias entre los maestros de matemáticas que había allí entonces y conversando y aclarando que Colón tenía razón en su propuesta. Por medio de los religiosos fueron convencidos los hombres más celebrados que tenía España…”
El 4 de diciembre de 1489, con sorpresa para Colón, el dictamen de la Junta resultó infructuoso, siendo calificado de “irrealizable” por los miembros de carácter económico, por las mismas razones que le habían dado los asesores portugueses. Quien más se opuso a Colón, más bien, se mostró hostil con él, fue fray Hernando de Talavera, alegando que los Reyes estaban en plena guerra con Granada y necesitaban todos los recursos a su alcance para terminarla. Talavera tenía un especial interés, pues estaba llamado a ser el primer arzobispo de Granada en cuanto fuera reconquistada. Por otra parte, no toleraba la altivez y las desmedidas exigencias de Colón.
5.- LAS CAPITULACIONES DE SANTA FÉ
Muy previsores, los Reyes subrayaron al genovés que “se encontraría mejor ocasión para examinar y entender”. Diego de Deza y Juan Cabrero expusieron a los Reyes su parecer situándose del lado de Colón y haciendo constar que un imprudente rechazo podía implicar que cayera en manos de los portugueses la apertura de una nueva vía comercial a Oriente por el occidente.
Ciertamente, una vez acabada la guerra de Granada, los Reyes lo tomaron en consideración y firmaron el 17 de abril de 1492 los acuerdos alcanzados con Colón en las Capitulaciones de Santa Fé, que daban el plácet para la expedición colombina. Fue una decisión personal de la reina Isabel in extremis, cuando Colón, con sumo hartazgo después de seis años, se disponía a partir para ofrecer su propuesta a la corona inglesa.
Según Rinaldo Caddeo, historiador italiano y biógrafo de Colón, el coste de la expedición fue de “dos cuentos”, dos millones de maravedíes. Luis de Santangel prestó 1.400.000 junto con el banquero genovés Francisco Pinelo, establecido en Sevilla. Fray Bartolomé de Las Casas dice que Colón sumó otros 400.000. La diferencia pudo ser aportada por los hermanos Pinzón de Palos y su amiga Beatriz de Bobadilla, apodada “la Cazadora”, hija de Juan de Bobadilla, regidor de Medina del Campo, y gobernadora consorte de la isla de La Gomera, que tuvo amoríos con el genovés.
Desde 1487 hasta dicho año, los monarcas le habían estado proporcionando fondos para su manutención. Más tarde, fray Bartolomé de las Casas publicó en 1552 su Historia de las Indias y, acerca de Colón, apuntaba: “En carta escrita de su mano vi que decía al Rey que el susodicho maestro del Príncipe, arzobispo de Sevilla, don Diego de Deza y el susodicho camarero Juan Cabrera habían sido la causa de que los Reyes tuviesen las Indias·”. Era evidente, pues, que Colón reconocía y agradecía a aquellos dos notables la trascendental influencia que ejercieron sobre los monarcas.
6.- ÚLTIMOS AÑOS DE COLÓN EN VALLADOLID
Posteriormente, la presencia de Colón en Castilla se produce en sus últimos años. En 1496 y 1497, acude a la Corte instalada en Valladolid, Burgos y Medina del Campo. En 1505 regresa definitivamente de América muy enfermo y sin el apoyo de la reina Isabel, que acababa de fallecer. Busca el amparo del Duque de Alba haciendo valer que su hijo Diego había contraído compromiso de matrimonio con Isabel de Toledo, sobrina del Duque. En Segovia pasa cinco meses y, viendo que su salud empeora, otorga testamento. En Salamanca permanece otros cuatro meses intentando cobrar deudas a la Corona.
Finalmente, muere en Valladolid el 20 de mayo de 1506, tras haber protocolizado el testamento segoviano el día anterior. Su primera sepultura tuvo lugar en el convento de San Francisco de la capital castellana, un desaparecido edificio de enormes dimensiones cuya puerta principal daba a la Plaza Mayor, delimitado por las calles Santiago, Montero Calvo y Duque de la Victoria. En el subsuelo del número 10 de esta última calle fue enterrado, en la denominada “Capilla de las Maravillas”, junto a otros nobles como el Condestable Álvaro de Luna, el héroe irlandés Red Hugh O’Donnell y Hernando de Cabezón, organista de Felipe II. Pero no fue un descanso definitivo, porque sus restos siguieron en trasiego durante años por la Cartuja de Sevilla, Santo Domingo, La Habana y la Catedral de Sevilla.
(Foto portada. Convento de San Esteban de Salamanca)
Retrato de Cristóbal Colón en el Congreso de Estados Unidos
Detalle colombino en la puerta principal del Capitolio en Washington. Partida de Colón del puerto de Palos
Cristóbal Colón mostrando sus planos en el convento de San Esteban de Salamanca. Emanuel Leutze. Museo del Louvre
Cristóbal Colón desolado en el convento de San Esteban
Plano del desparecido convento de San Francisco de Valladolid. Francisco Benavides
Convento de San Esteban. Salamanca. MUSEO
Casa Museo de Colón. Valladolid. MUSEO